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Publicado: Dom, Dic 13th, 2020

Tiempos convulsos, tiempos difíciles

Semanario Más AranjuezYa de por sí, la época navideña anda a caballo entre la alegría y la tristeza, entre la celebración y la nostalgia, entre lo divino y lo humano. Este 2020 nos ha cogido a pie cambiado y la crisis del Covid-19, la maldita crisis, está haciendo estragos en nuestras vidas. No solo a nivel de salud, lo más importante, con la perdida de muchos seres queridos y con el sufrimiento de muchas familias que han sufrido las consecuencias de la crisis sanitaria. También familias que han visto cómo se han debilitado sus recursos, que han perdido el empleo y que han experimentado nuevas sensaciones negativas no vividas hasta ahora.

Esta crisis sanitaria se está llevando por delante muchas cosas, a demás de muchas vidas. Cosas a las que nunca le hemos dado demasiada importancia porque siempre estaban ahí, porque eran parte de nuestra vida cotidiana. celebraciones, eventos, deporte… cosas con las que hemos aprendido a vivir, esperamos, momentáneamente. Hemos aprendido a vivir sin abrazos, sin besos, sin emociones que acabasen de un plumazo con nuestras desdichas.

En esta época navideña, en la que ya nos hemos adentrado, echaremos de menos a muchos de los que se han ido, a muchos de los que se fueron; pero debe ser un punto de partida para un futuro de esperanza, un futuro que debemos construir entre todos. Por eso debemos quedarnos con lo positivo, con quienes intentar arrimar el hombro para que todo sea un poco más fácil, -o menos difícil-. Por los grupos políticos de la Corporación, que tratan de consensuar decisiones que favorezcan a los ciudadanos, por partidos que promocionan el comercio y la hostelería locales, por delegaciones que tratan de regenerar aquello que se ha roto con servicios de atención jurídica y atención psicológica a quienes lo necesitan. Por los comerciantes y los hosteleros, que tratan de regresar con una sonrisa, intentando facilitar las cosas a sus clientes, por todos los que cumplen, escrupulosamente, con las medidas de seguridad impuestas, para tratar de proteger al de al lado, por tratar de no dañarle.

La Navidad es ejemplo de solidaridad, un ejemplo que debería -y deberá- extenderse durante todos los días del año, de un 2021 que, esperamos, comience ofreciendo más luces que sombras, con el horizonte de una vacuna que nos permita regresar a una normalidad parecida a la que teníamos antes, pero siendo mejores, más comprometidos, más solidarios.

No importa si este año no se celebra el Plano Infantil, ni el Día de la Constitución, ni la Cabalgata de los Reyes Magos. Si la carta a los magos de Oriente se llena de plegarias para fortalecer lo que viene, para agarrarnos a un halo de esperanza que mimetice los que este planeta está pasando por un maldito virus que se ha metido en nuestras vidas sin avisarnos, sin contemplaciones. Tengamos empatía y pensemos queda nuestro lado, siempre habrá quien necesite un abrazo, aunque no podamos dárselo.

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