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Publicado: Vie, May 26th, 2017

Un partido dividido

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De las primarias del Partido Socialista, ganadas de nuevo por Pedro Sánchez, queda una conclusión: un partido totalmente dividido. La alta participación ha sido consecuencia de una lucha voraz entre los partidarios de Sánchez y los de Díaz, con un Patxi López en plan conciliador que ha acabado por tener la misma trascendencia que en su día tuvo Pérez Tapias. Sin embargo, el horizonte socialista no va a ser fácil de disipar. La democracia significa la mitad más uno, justo lo que ha encontrado Sánchez en su camino. La mitad de los afiliados le ha ofrecido su confianza, pero no debería olvidar el secretario general que la otra mitad no comulga con sus ideas, al menos de manera explícita. Los vaivenes políticos en los últimos años de Sánchez, en los que unos días iba de la mano con Ciudadanos y otros se acercaba a las tesis de Podemos, no han ayudado a la obtención de un respaldo mayoritario, entendido éste como un porcentaje de votos muy por encima de sus rivales, aunque sí se adivina que aquella abstención del partido para un gobierno popular ha pasado factura a más de uno. Por otra parte está el convencimiento, casi despechado, de Susana Díaz de una victoria que daba como segura y que ha acabado por ponerle en bandeja a su rival las riendas de un partido que no parece capaz de levantar cabeza. La andaluza arribó al debate de las primarias sin desvelar cuáles eran sus planes para el partido, sin presentar un programa que certificase que los avales que presentó iban a ser, como mínimo, los votos que obtendría, algo que no sucedió y que debería ser motivo para la reflexión. ¿Cómo es posible que Susana Díaz encontrase miles de votos menos que las firmas que les precedían? Que el Partido Socialista necesita un cambio y una regeneración parece más que evidente. Al ser humano, por naturaleza, le cuesta mantener las simpatías por las mismas caras de manera reiterada, más si cabe cuando éstas han cometido errores de bulto que han colocado al socialismo en un cisma político que le ha hecho perder millones de votantes. La nueva dirección del partido debe reflexionar sobre cuál es el camino a seguir, si el del populismo que está dinamitando la socialdemocracia en Europa o la búsqueda de un espacio independiente que refrende todos los logros que desde los gobiernos han cosechado los de la rosa, encaminado las políticas hacia un lugar del que salieron hace tiempo. Pedro Sánchez tiene ahora varios cismas y el primero es entender que tiene de su parte a la mitad de la militancia pero en contra a la mayoría de los barones y ese es un muro que va a ser difícil de salvar, porque el PSOE no es un partido asambleario. El siguiente será, como anunció hace unos días, pedir la dimisión de Rajoy, lo que significará apoyar la moción de censura que presentará Podemos en breve. Si lo consiguen, el siguiente paso será intentar formar Gobierno, algo que no fue posible la última vez por las discrepancias políticas con Iglesias, principalmente. Si no lo consiguen se podría presentar un escenario de unas nuevas elecciones generales y si ahí los resultados de Sánchez no mejoran respecto a los dos últimos comicios se encontraría en un callejón de difícil salida.

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