Acción en el Estrecho

Daniel Monzón y Jorge Guerricaechevarría vuelven a colaborar, tras la impresionante Celda 211, para escribir un guión sumamente elaborado, cuya principal baza es la verosimilitud al abordar el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar desde dos perspectivas contrapuestas. Por un lado, Jesús (Luis Tosar) es un policía obsesionado, tras años de investigación, con destapar la nueva organización que utiliza las tradicionales vías del contrabando de hachís para introducir cocaína en España. Por el otro, el Niño (Jesús Castro) y sus amigos, un grupo de jóvenes tentados por el dinero fácil, tratarán de montar el negocio por su propia cuenta y mucho riesgo.

Las mayores virtudes de El Niño se encuentran en el tratamiento de ambos aspectos del conflicto; en unas secuencias de acción vertiginosas y espectaculares, muy bien rodadas y montadas; y en ocasionales momentos cargados de tensión. No obstante, la -por otra parte, lógica- diferencia de tono entre ambas tramas confluyentes desequilibra el conjunto. Resta dramatismo y diluye la sensación de peligro constante que debería predominar en toda la película para que el espectador sintiera una mayor cercanía hacia los personajes, una proximidad que no llega a producirse, además, por una cierta tendencia al hieratismo y por la excesiva funcionalidad de la caracterización. A pesar del excelente plantel de actores y actrices, en pantalla falta vida. No basta con la espectacularidad, ni con una buena construcción narrativa, ni con que casi podamos palpar los ambientes. Estos son elementos fundamentales de guión y de puesta en escena. Pero son los personajes los que deben conducir la acción, y la falta de definición entre la frialdad y la ligereza puntualmente humorística no acaba de encajar.

Esto no quiere decir que El Niño aburra, ni mucho menos. Aunque con altibajos, se disfruta como “una película de aventuras moderna” -en palabras de su director-, con personajes bien trazados -aunque algo planos y carentes de subtexto-, que sabe hacer uso de un presupuesto holgado sin alardear de ello, pero sin que deje de notarse su carácter de gran producción.