La agrupación independiente Acipa decidió, con toda la legitimidad y con todas las garantías
democráticas, que el Gobierno del Ayuntamiento de Aranjuez debía estar en manos del Partido Popular y de Ciudadanos. Sus votos, más indispensables que nunca, se pusieron al servicio del  partido que aceptase un¡ documento, con múltiples exigencias “de obligado cumplimiento”, y lo firmase, y María José Martínez, lo firmó.

A partir de ese momento, desde Acipa, exhibiendo solidez, garantizaron que era un documento para fortalecer los derechos vecinales, con transparencia, con determinación.

Sin embargo, la formación que presta el Gobierno al PP y a Ciudadanos se ha ido diluyendo tanto en el documento firmado como en la defensa de esos derechos vecinales.

Cuesta entender que durante la pasada legislatura desde Acipa denunciaban cualquier incidencia que hubiese por la ciudad y, de repente, como quien cierra el grifo del agua, esas denuncias hayan desaparecido.

Daba igual si era un papel en el suelo, una zona sin desbrozar, una acera rota o un barrio sucio. La formación que lidera Jesús Mario Blasco ahí estaba para sacar la foto y construir la denuncia, un ejercicio digno de partido político ‘de barrio’ que defendía la buena salud pública de los vecinos de Aranjuez.

Sin embargo, toda esa credibilidad se escurre entre los dedos si en la presente legislatura ya no hay denuncias, a pesar de ser muchísimas las acusaciones que los vecinos hacen en redes sociales sobre el estado de sus barrios, aparte de las propias que realizan algunos partidos políticos que están recorriendo la ciudad y que confirman gráficamente que Aranjuez está, al menos, igual que estaba en la pasada legislatura.

Acipa, en esta actitud, se convierte en cómplice no solo de lo bueno que pueda alumbrar el actual Gobierno sino también de lo menos bueno.

Callar ante las múltiples quejas que se producen en las redes sociales ante la situación de los barrios que, además, van acompañadas de imágenes gráficas, es perder la esencia de lo que un día Acipa pretendió ser como partido político.

La credibilidad cuesta mucho lograrla y muy poco perderla y Acipa no está manteniendo los pilares que le han mantenido en la Corporación con dos concejales para ser decisivos en decidir quién Gobierna esta ciudad.

¿Significa que la formación independiente tiene que quitarle la legitimidad a este Gobierno?, no. Significa que Acipa no puede ni debe descerrajar las razones que le impulsaron para ofrecer el bastón de la alcaldía a María José Martínez.

La formación independiente no tiene que mostrar un presunto agradecimiento a no se sabe qué, debe velar por los propios intereses de su partido y seguir defendiendo lo que siempre intentaron defender, con mayor o menor acierto.

El postureo y el descaro no pueden ser la bandera de una formación que siempre se ha preciado de tener en su ADN una cantinela anti-ideológica y para ser así no es que estén acertando con la fórmula.