Chinchón se suma al moderno concepto de franquicia al exportar un producto de calidad y representativo que ha convertido a este municipio en un destino de buena gastronomía. Todo gracias al afán  emprendedor de El mesón Cuevas de Vino que es conocido por sus cuevas llenas de tinajas, su almazara y su bodega eminentemente castellana. Desde hace más de 50 años deleita a sus visitantes con los mejores productos de la vega de Tajuña. Y ahora con el mismo espíritu lanza su propia franquicia bajo el nombre de «El Atroje» basado los sabores más característicos de la cocina chinchoneta. Sin duda es un éxito potencial gracias a la comercialización de las recetas tradicionales que gustan a cualquier tipo de público.

Aspira a posicionarse como un negocio rentable y rápida amortización gracias a un modelo consolidado al estilo «Made in Chinchón» que está basado en las antiguas casas de labores donde se elaboraban el vino o el aceite así como una carta sencilla que evoca los sabores del pasado a través de un recetario tradicional. Ejemplos como callos al estilo Chinchón, morcilla, «faroles», asadillo de pimientos, chorizo a la brasa, huevos fritos con puntilla y ropavieja son platos que nunca pasan de moda acompañados por el mejor vino de la tierra servido en su tradicional pellejo.

Este es un modelo culinario único que hace de Chinchón uno de los epicentros gastronómicos de la cocina castellana a la antigua que ahora está al alcance de cualquier emprendedor. En primer lugar los creadores de esta idea quieren afrontar el crecimiento abriendo nuevos locales en Madrid capital y otros grandes núcleos urbanos. Y en la segunda fase está prevista la apertura de nuevos restaurantes en las principales ciudades españolas. Una idea emprendedora basada en un modelo que desde hace 50 años cosecha éxitos y que finalmente llevará la despensa chinchoneta a las fórmulas hosteleras del siglo XXI