EL EXTRAORDINARIO VIAJE DE T.S. SPIVET
La poesía de la imagen
A veces es posible la magia. Las imágenes más bellas, combinadas con una historia poética y bien trabajada nos conmueven hasta el punto de hacernos perder la objetividad. Es difícil hablar de manera analítica de una película con el encanto de El extraordinario viaje de T.S. Spivet. Porque sus defectos, que los tiene, quedan eclipsados por sus virtudes, por una maravillosa puesta en escena, por una fotografía portentosa, por un guión dinámico y, sobre todo, por una actuación magnética del pequeño Kyle Catlett, auténtico sustento de la narración.
El director, Jean-Pierre Jeunet, ha hecho casi de todo. Asombró con su ópera prima, Delicatessen, junto a Marc Caro; decepcionó con la entrega más mediocre de Alien con Alien resurrección; encandiló a la audiencia con la contradictoria y fallida Amelie; y ahora nos muestra su talento visual y narrativo con la historia de un niño que vive en un rancho de Montana y diseña el movimiento casi perpetuo. Un nuevo Leonardo da Vinci con sentimiento de culpa por la muerte de su hermano mellizo, que siempre fue el favorito de su padre.
Todos los planos transmiten una intensa belleza y una carga de emotividad profunda. Desde las montañas de su rancho natal hasta las geometrías angulares de la gran ciudad, T.S. Spivet experimenta la aventura del descubrimiento propio y de la propia valía. Siendo un hijo decepcionante para un vaquero tradicional del Oeste, su valor como cartógrafo y científico resultan casi risibles para una familia centrada en otras ocupaciones. Su responsabilidad, o no, en la muerte del hermano, sobrecarga el alma de un chiquillo en busca de su lugar en el mundo.
No falta la intervención, casi ritual, de Dominique Pinon en el cine de su autor fetiche. Encarna a un vagabundo que incita al niño a seguir adelante, al tiempo que le propicia los argumentos de una realidad poética que el niño objeta con realidades indiscutibles.
En resumen: una película emotiva, que cumple a la perfección con sus objetivos de impactar y emocionar al espectador. Una experiencia sumamente agradable para quien se acerque al cine sin prejuicios y con ganas de pasar un rato más que agradable.