‘Vitalicios’
José Sanchiz Sinisterra, el multipremiado hombre de teatro, autor de «!Ay Carmela!, celebra el 28 de junio su cumpleaños 74, presentando en el Teatro Carlos III su última obra, un sainete negro, negrísimo, divertido, mordaz, y de rabiosa actualidad, dirigido por Yayo Cáceres.

Sanchiz Sinesterra, además de dominar toda la tramoya del oficio, es el más «literario» de todos los autores del teatro español. Logra algo poco frecuente: dar una nueva vida a textos canónicos de la literatura universal. Precisamente fue su adaptación de un capítulo del «Ulises» de James Joyce, el que lo descubrió al gran público (» La noche de Molly Bloom»), pero también se acercó a Herman Melville («Moby Dick», «Baterbly el escribiente»), Julio Cortázar («Carta de la Maga al bebé Rocamadur») y los grandes nombres del siglo de Oro. Los críticos han apuntado en su obra esa relación que establece entre la narrativa y la dramaturgia y lo han designado el padre de la «Narraturgia». En la edición mexicana de su manual «Narraturgia. Dramaturgia de textos narrativos», Sanchíz Sinisterra escribe:» El término narraturgia cuya invención se me atribuye, nació probablemente en un lapsus en algunos de mis seminarios, en los que, efectivamente, me refiero muy a menudo a las fértiles fronteras entre narrativa y dramaticidad».
Si la Literatura impregna el Teatro de Sanchíz Sinisterra también lo hace con fuerza la Realidad duramente periodística, rabiosamente actual y sangrante. De esa realidad, en clave sainete negro, se nutre «Vitalicios», la última obra de Sanchíz Sinisterra que mañana sube al escenario del Carlos III poniendo un broche de oro al primer mes de programación del recuerado coliseo histórico.
La sinopsis aportada por los programadores promete:
Más abajo aún del cuarto subsuelo, en una sórdida dependencia (la de Asuntos Sub-Legales) de una quizás pronto probable Vicepresidencia Cuarta (la de Recortes Sociales), tres funcionarios (un hombre y dos mujeres) cumplen una enigmática tarea: la de asignar, a los nombres que figuran en cierta larga lista de personalidades artísticas, un incierto destino: SI/ NO/ ?. Parece ser que, en el pasado, durante un período de vacas gordas, en tiempos lejanos de «vacas gordas», cierto gobierno bienintencionado estableció un sistema de Premios Vitalicios para artistas destacados en el campo de la literatura, de las artes plásticas, del cine, del teatro, de la arquitectura… Pero todo eso se acabó, y ahora hay que adelgazar el Estado de Bienestar, cortando por lo sano, si es preciso. El cometido asignado a los subterráneos funcionarios es muy clara: hay que reducir la nómina de los beneficiarios del Premio Vitalicios… acortando la vida de los galardonados, muchos de ellos, por añadidura, tienen una impertinente afición a la longevidad.