‘Enseñanza vital’, por Laura Barreiro Marañón
“Los líderes deben llevarnos los más lejos que puedan, y luego desaparecer”
H.G. Wells
Con tristeza, sensación de irrealidad, cansada pero satisfecha por haber hecho lo que podía… estaba leyendo y ha aparecido esta frase. Y mi corazón lo ha entendido. Los buenos se van antes, nos dejan su energía, su vivencia, su enseñanza, su amor y se van…
Nos lo van enseñando a lo largo del tiempo que compartimos juntos, en diferentes momentos, con frases que creíamos sin importancia pero que marcan, y que aparecen como fogonazos, cuando menos lo esperas pero más los necesitas para aconsejarnos, para indicarnos que siguen estando, que nos cuidan.
Son nuestros maestros, cada uno de una lección magistral, una que perdura y que nos hace mejores personas. Y lo hacen con su ejemplo, con su amor incondicional, respetando nuestros tiempos y confiando en que todo llegará en el momento adecuado. Nos dan el secreto de la vida compartiendo su alma.
Cada vez que he vivido una pérdida importante he comprobado que los días posteriores son momentos “mágicos”, en los que todo adquiere su justa medida, en que nos ralentizamos y con el corazón abierto (también roto) entre las grietas donde se acomodan sus recuerdos y su amor, brota una esencia de sabiduría, de entendimiento, de secretos desvelados, de amor compartido, de creación de momentos mágicos, de serenidad…
Son momentos dolorosos, pero cuando te sumerges en ese dolor, aceptándolo, abrazándote y sintiendo llegas a la esencia, tocas el alma y ésta te susurra. Y no sólo es tu alma, sino la de tus seres queridos, los que están y los que marcaron el camino y se fueron antes, que en una unión perfecta otorgan los secretos de la VIDA si estamos dispuestos a escuchar.
En estas ocasiones he dicho que cómo no voy a mirar hacia delante y sonreír entre lágrimas cuando he tenido modelos ejemplares en mi vida (normalmente con esto me refiero a mis padres), pero si les pregunto a ellos dirán que ellos también los han tenido y que sólo (madre mía, todo lo que abarca ese sólo) han seguido su ejemplo, y seguro que si nos remontamos dirían lo mismo (curiosamente hoy nos han compartido una carta de mi bisabuela que desconocíamos y de la que se podrían sacar mil enseñanzas).
Y es verdad, lo que han hecho, lo que hacemos, es seguir con humildad esa sabiduría de escuchar el interior y aprender a vivir de nuevo con esas nuevas enseñanzas, con esas vivencias de esas personas que nos quieren tanto.
Esto lo escribo ahora, con dolor pero con tranquilidad, aunque mañana o en un rato quizás me veáis enloquecida, llorando sin consuelo, riendo feliz o enfadada porque el mundo sigue girando pero es que eso también es normal y necesario en esta clase avanzada para poder entendernos, para poder practicar, para poder permitir a los demás que nos cuiden, o nos contesten o…. para adaptarnos a este nuevo momento sacando cada uno las enseñanzas que necesitan.
Y todo esto lo he tenido que aprender con la pérdida de una MAESTRA. Joder, Madrina, haberlo escrito en la pizarra uno de los días que estaba atenta en clase, o haberlo preguntado en un concurso como si fuera un robot para no olvidarlo, porque desde el humor se aprende mucho, o… yo qué sé… pero aunque agradecida, duele porque aún teníamos que compartir y vivir mucho contigo, y eso que me has hecho un gran regalo estos días: un viaje al interior del alma y ganas otra vez de escribir para compartirlo.
Como sé que todo esto te llegará, porque estoy aprovechando ese “tiempo sereno”, sólo quiero decirte que sigas disfrutando, que espero que tengáis que esperarnos mucho tiempo aún, que te estoy infinitamente agradecida y que no te preocupes que nos vamos a cuidar, la vamos a cuidar.
Tu orgullosa ahijada, sobrina, alumna…. Laura, hoy más Luri que nunca. Te quiero.


















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