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Publicado: Vie, Nov 29th, 2013

Soledad Puértolas, Marino Gómez Santos, Francisco José Martín: En el nombre de Azorín

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El  23 de noviembre culminó en Aranjuez el Año Azorín. Hasta la climatología ayudó el pasado sábado. Un hermoso, soleado, día otoñal parecía sumarse también, reconociendo al maestro de Monóvar que pasó por aquí hace justo cien años para recibir el Homenaje-Desagravio promovido por Ortega y Juan Ramón Jiménez. Un siglo después El Rana Verde fue el escenario en el que se revivió aquél banquete que, entonces, se sirvió en el Hotel de Pastor. Después, cerca de doscientas personas, se juntaron en El Espinario. Allí se revivieron los discursos de Ortega y Azorín y el actor Israel Elejalde leyó el manifiesto «Por una política de la Ciudadanía». Como broche final, la sorpresa: la maravillosa voz de Monica Luz surgió entre el silencio y la «Casta Diva» de Bellini y «Aranjuez» emocionaron aún más al ya emocionado auditorio. El sol empezó a caer y con él las hojas amarillas. Un día después, hojas de periódicos (que pronto también serán amarillas) se acumulan sobre la mesa en la que escribo. Dos de ellas están recortadas del «Información» deAlicante y la tercera del «ABC» de Madrid.En ellas, Soledad Puértolas, Marino Gómez Santos, y Francisco José Martín hablan de Azorín.
«La prosa de Azorín fue un revulsivo» («Información», 16 de octubre 2013). Así titula África Prado el artículo que recoge la participación de la novelista Soledad Puértolas que ha ingresado en la Real Academia de la Lengua recientemente (es la séptima mujer que lo consigue en trescientos años) y que participó en el III Congreso Internacional Azorín celebrado en Monóvar para conmemorar el Centenario de «La Fiesta de Aranjuez». La periodista de «Información» recoge sus palabras: «Puede ser que no tengamos una imagen clara de lo que significó Azorín en su época, pero fue un revulsivo en la prosa española. Y tenemos que recuperar su literatura porque sin ella no se puede vivir». Puértolas también habló de la relación de Azorín con Baroja:,de la amistad que unió durante toda la vida a esos hombres tan diferentes: «Azorín fue el gran apoyo de Baroja, desde que leyó un cuento suyo y quedó impresionado y luego llegó a prologarle sus Obras Completas en 1945. Su relación era fundamental en sus vidas y eso es algo bastante excepcional entre escritores». Respecto al homenaje que se tributó a Azorín en Aranjuez, Puértolas indicó que sería impensable en la actualidad: «Hoy nadie es muy reconocido, eso lo primero. Y los escritores, menos aún. Vivimos una etapa de desdichada penuria moral e intelectual porque no valorar la cultura es algo a lamentar».
«Sobre el paraguas rojo de Azorín» («Información», 14 de octubre de 2013). Así tituló Juanjo Payá su artículo en el que reseña la participación en el Congreso antes citado de Marino Gómez santos, Premio Nacional de Literatura, quien sostuvo en su ponencia que el tema del famoso paraguas con el cual el entonces anarquista Azorín escandalizaba a los burgueses en Madrid es sólo una leyenda sin fundamento «que se ha llegado a convertir en un tópico, pero que no existió». Gómez Santos afirmó: «Azorín  enseñó a escribir a toda una generación, a todos. A los que le admiramos y a los que no lo hacen. Lo suyo fue un cambio radical en el párrafo español. El castellano termina siempre haciendo colas de pescado, y Azorín era la concisión». Respecto al Homenaje en Aranjuez en 1913 como desagravio ante el no ingreso deAzorín en la RAE, Martín Santos se despachó a gusto contra la «adusta dama» (que diría Ortega): «Por la puerta de la Academia no alcanzan la posteridad los grandes escritores. Son muchos los nombres de académicos que no trascienden de las páginas de sus Anuarios. Y sin embargo, han sido desestimados como miembrosde la RAE Samaniego, Moratín, el Padre Isla, Espronceda, Larra, Becquer, Leopoldo Alas, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Julio Camba, el alicantino Gabriel Miró (que motivaría que Azorín no volviera a la Academia después de ingresar en ella en 1934), Ramón Gómez de la Serna y Federico García Lorca, entre otros».
«El espíritu de Aranjuez (1913-2013)». Así tituló su artículo («ABC», 23 de noviembrede 2013) Francisco José Martín, profesor de filosofía y filología, autor-editor de «La fiesta de Aranjuez» y participante en el ciclo de conferencias organizado por la Comisión ribereña de Celebración del centenario de Homenaje a Azorín y la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, en El Rana Verde. Francisco José Martín, luego de analizar lo que aquél acontecimiento significó en la historia del Pensamiento español, concluyó: «Juan Ramón había elegido Aranjuez porque el jardín simbolizaba la naturaleza reformada y era capaz de exaltar la intervención del hombre en el curso de los acontecimientos. La Fuente del Niño de la Espina era un buen emblema: la nueva España quitándose una espina del pie para empezar a caminar con paso seguro y decidido. Y allí estaban ellos alrededor de una misma voluntad de ser generación y de un mismo afán reformista, aunque después se declinara en vario modo. Ese fue ´el espíritu de Aranjuez`: sumar y no restar, juntar y no dividir, converger dentro de un proyecto de vida nacional, en una obra común depositiva construcción de la nación. Fue una Fiesta, en efecto, y tuvo sus luces y sus sombras, claro está, pero fue sobre todo el inicio de un camino que iba a llevar hasta la segunda República. En ella naufragaron muchos de aquellos protagonistas, pero esa es otra historia. De aquél espíritu queda la idea fuerte de que ser es ser-en-relación y que la convergencia, como la amistad y el amor, no es un dato adquirido sino una cotidiana conquista. También queda el compromiso con una patria moral que no es susceptible de intercambio o de rebaja. Un legado que de nosotros espera hoy quien se atreva a merecerlo. A Aranjuez volveremos este año para renovar aquel superior compromiso con su espíritu. Y será una fiesta, desde luego».
Efectivamente. Lo fue.

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