Héctor Anabitarte

El Tribunal Supremo informó recientemente que en los últimos treinta años se produjeron 243 condenas erróneas, 88 inocentes fueron condenados. Afortunadamente, en España se derogó la pena de muerte que sólo sigue vigente en caso de guerra y en este apartado también se han cometido muchos errores: lo de traición a la patria es muy socorrido.
Amnistía Internacional, desde hace décadas, lucha en todo el mundo por la abolición de la pena de muerte, esta cruel costumbre, cruel e injusta. La pena capital es evidente que es irrevocable y no sólo es irrevocable, es injusta.
En Estados Unidos, la mayoría de las personas ejecutadas (ocho de cada diez) son negros y pobres y no reciben la atención correcta de abogados. Hay inocentes, indultados, que han pasado años en el llamado corredor de la muerte.
En EE.UU. los estados que aplican la pena de muerte han disminuido de manera significativa, pero en varios de ellos, aunque no se aplique la ley, sigue vigente y con la llegada de Trump a la Casa Blanca puede volver a aplicarse con entusiasmo.
El informe de Amnistía Internacional sobre la pena de muerte en todo el mundo indica que en los países donde se deroga o no se aplica, la criminalidad no aumenta. Desmiente con este dato la idea errónea de que el miedo a ser ejecutado pueda evitar delitos. Las causas son mucho más profundas.
La Pena de muerte está derogada en todos los países de la Unión Europa. En algunos como Francia el gobierno socialista de Miterrand lo hizo de prisa y corriendo dado el rechazo social a la derogación. El terrorismo juega a favor del re-establecimiento de la pena y también el asesinato de niñas y niños alienta a los que promocionan el ojo por ojo y el diente…



















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