Lectura: Certamen Literario La Corrala – Patio Feminista
Poemas de Bea González Luis
Trénzame, te dije, hermana de sangre. Lávame aquí dentro. Devuélveme a la inocencia y al impulso. Trénzame la sangre, la pena, la impaciencia y que no se extienda como una raíz.
Trenza mi espalda de orígenes que olvidé. Para saber que aún estás en esa bañera esperando lavarme la pólvora que queda bajo mis pestañas.
Restos, residuos de guerras forzadas. Que nunca fueron nuestras, pero nos obligaron a ellas.
Trénzame a ti. A esta agua pura. Hecha de amapolas de fuego, antorchas para iluminar la quema.
Que me devore este tiburón tibio de tus manos. Que me recoja, que alimente mis pies cansados. Hermana delicada.
De sangre.
De raíz.
Trénzame el alma de toda esta tristeza, para que vuelva a la vida.
Y del hastío, hacer nuestra revolución.
Nos callaron el gozo
Nos taparon la boca
Nos cerraron las piernas
Salvo para uso propio
Nos llamaron zorras, pervertidas, putas, bolleras, viciosas.
Me masturbé por primera vez a los 17 años
Decían que era sucio y me lo creí
Pero mi coño albergaba la verdad más innegable:
El placer que nos construyeron no tenía nada que ver con nosotras
Con las ansias, el fuego, la fuerza y la libertad
De comernos lo que quisiéramos comernos.
Perdí el tiempo vendiendo mi placer por encajar
Y no ser una loca, rara, lasciva
Ese deseo atado a la cópula, la sumisión y lo preestablecido
Por encontrar la compañía de otro cuerpo que ni tan solo estaba ahí
Por no tener que esconderme para expresar mi deseo.
Me insultaron a los 24 por besar a una mujer en la calle
En esta ciudad lejos de mi pueblo
Que creía abierta y libre.
Hui de aquello para poder encerrarme con ella en mi cuarto
Y surfear las aguas entre sus piernas
Esa cascada que inundó mi boca durante días
Y poder decir al mundo: “Sí, nos comemos el coño”.
No me lavé durante días, porque quería que todo el mundo la oliera
Que se impregnara el aire de lo que llevaba tatuado en mis células
Por fin, sin remordimientos
Pero la boca de una mujer no puede oler a otro coño
Y tuve miedo
Si, En esta ciudad que creía abierta y libre.
Mi deseo es un rio abierto, que se cuela por mi cuerpo a través de los otros cuerpos
Quiero sexo
Hundir la boca entre pliegues mientras resuenan las campanas de la iglesia
Quiero ser sucia, si eso les molesta
Y besarte mientras todos miran
Ignorar sus miradas de falo
Y sus lenguas de insecto.
Si las contradicciones no tropezaran con el acero de nuestras bocas,
Las tuyas, las mías, las de todas
Estallaríamos en la forma más salvaje que jamás hayamos imaginado
Y nuestras garras arañarían el aire al caminar
¡Maldita coexistencia!
Este cínico pacifismo que huele a resignación
A podrida diplomacia
A rabia contenida por temor a las represalias
Pero si ahogamos el miedo con la fuerza de las otras
Si borramos estas complacientes sonrisas de nuestras caras
Si nos cortamos un pecho y nos armamos con flechas
Si dejamos nuestras lenguas sueltas como las perras que hemos sido siempre
Si abrimos la puerta a la rabia
Como la amiga infalible para seguir sobreviviendo
Si reconocemos el dolor como el combustible del fuego
Estas amazonas silenciadas por la buena educación
Se despertarán con ganas de quemar el bosque entero.