Turismo: la gallina de los huevos de oro
Héctor Anabitarte
La gallina de los huevos de oro está cansada y no disfruta de vacaciones. El turismo revolucionó España. Cuando el franquismo gobernaba se necesitaban divisas y se impulsó el turismo por razones económicas. Las tetas dejaron de estar prohibidas en público, dejaron de ser un pecado y un delito y los biquinis, también.
Hoy en España el turismo es una gran industria. Significa el 13,4% del PIB (Producto Interior Bruto). En el primer semestre de este año 42 millones de turistas extranjeros visitaron el país y gastaron un 20 % más que el año pasado: ingleses, alemanes, franceses, estadounidenses, chinos, japoneses, iberoamericanos…
Al tradicional turismo de sol y playa ahora se le suma el turismo cultural que cada vez más se siente atraído por el interior del país, por sus museos, por sus pueblos, por su variada gastronomía.
Se trata del principal motor económico, pero la gran industria turística… está cansada. Diversas poblaciones, ciudades, reciben una multitud de turistas y las poblaciones locales se sienten «invadidas». No les compensa económicamente, la vida está más cara, la sanidad colapsada, los alquileres imposibles.
Otro problema añadido: los llamados pisos turísticos, muchos ilegales, están distorsionando el mercado inmobiliario y alterando la convivencia. Lo justo sería que los vecinos que viven en estos edificios tuvieran la competencia de permitir o no la existencia de dichos pisos.
En Canarias el turismo está afectando hasta a los pájaros: un ave que solo vive en las islas, molesta por el ruido, vuela asustada y choca contra cables eléctricos de alta tensión. ¿Y los cruceros? Miles de personas desembarcan unas horas, comen en el barco, puede que se lleven algún recuerdo y muchas fotos, justificantes necesarios de su viaje, pero no benefician económicamente a los visitados.
Preocupante es también la crisis climática: en no mucho tiempo muchas playas van a desaparecer, las aguas de los océanos cada vez más calientes. Hay que reconvertir a Mamá Turismo, hay que tratar mejor a la gallina de los huevos de oro y permitirle que tome unas necesarias vacaciones para que siga poniéndolos.