Héctor Anabitarte

La distribución de niños y niñas que han llegado no acompañados a España se ha convertido en un problema político, las derechas se niegan a que esta distribución solidaria sea obligatoria como establece la legislación internacional; el no serlo facilita su incumplimiento.

Tanta desinformación y mentiras evidentes, convierten en un peligro público la existencia de extranjeros entre nosotros y permite, por ejemplo, que un concejal de Vox diga que ante la llegada de inmigrantes ilegales se justifica gritar:  «atrás o plomo»; eso equivale a incitar públicamente a cometer crímenes.

Feijóo ha comentado que no es seguro pasear por las calles españolas, confunde Gaza con Madrid. En las calles españolas las dificultades suelen tenerlas los inmigrantes, especialmente si son negros.

Hasta 2024 habían llegado unos 15.000 menas, el 94% varones. A los 16 años  pueden trabajar como los nacidos en España; el 60% de los menas mayores de 18 años trabajan, no son unos «mantenidos». El 70% de los menas proceden de Marruecos.

En un país desarrollado de 47 millones de habitantes con una situación económica consolidada, resulta absurdo que se produzca una crisis política por ubicar, como establece la ley, unos 400 menas.

Convendría recordar que el Estado español tutela 42.529 menores aproximadamente y este dato no provoca comentarios.

Por otra parte desde que  comenzó la invasión de Ucrania por parte de Rusia, más de 40.000 ucranianos han sido acogidos por España, no pocos de ellos menores. El permiso  de residencia y de trabajo sólo es automático para los ciudadanos ucranianos.

Finalmente los menas tienen unos derechos que son inalienables y no solo saben meter goles, los hay también con matrículas de honor. También sería buenos recordar que los extranjeros, menas o no menas, en este país envejecido, pueden atenuar la crisis demográfica.