por Fernando Pérez Ruano, Doctor en Humanidades, musicólogo y compositor (_^*)

A lo largo de nuestra vida vamos poco a poco almacenando en la memoria todo tipo de imágenes, emociones, situaciones y momentos inolvidables que constituyen parte de nuestro patrimonio emocional, intelectual y vivencial. Forman parte de nosotros por su universalidad y aquí el tiempo toma otra dimensión, la cronología está ahí, pero es solo una manera de ubicarse en ese espacio tan etéreo y obsesionante que, a veces, nos atrapa y, a veces, se nos escapa, que es el tiempo.

Hace 25 años, tal día como hoy, el mundo de la música, de la cultura y de las artes en general decía adiós a uno de los compositores españoles más relevantes e internacionales del pasado siglo XX, al maestro de Sagunto (Valencia) Joaquín Rodrigo Vidre. Músico de referencia durante décadas en la España de su época, autor de un amplio catálogo compositivo del que destacan varios títulos y de una obra icónica, la partitura compuesta para guitarra y orquesta Concierto de Aranjuez, composición musical que, aunque surgida, en parte, de profundos sentimientos humanos, refleja con maestría inédita hasta el momento de su creación un lenguaje musical propio, una seña de identidad de su autor, una obra de genuina factura patria, la de una España situada en un ambiente estilizado de majas y toreros, de casticismo y aire cortesano en el que “se funde lo aristocrático con lo popular”, según su autor.

El maestro Rodrigo ubicó su composición en una estética y en un tiempo muy definido, finales del siglo XVIII y comienzos del XIX (reinados de Carlos IV y Fernando VII), y con ella y el Concierto para guitarra y orquesta n. 1, op. 49 de Mario Castelnuovo Tedesco, compuesta y estrenada en 1939, se daba comienzo a una nueva literatura musical contemporánea para la guitarra como protagonista dentro de un conjunto orquestal.

El Concierto de Aranjuez fue estrenado el 9 de noviembre de 1940 en Barcelona por la Orquesta Filarmónica de Barcelona, dirigida por el maestro César Mendoza Lasalle, con el concertista de guitarra Regino Sainz de la Maza como solista. Desde su estreno y posteriores primeras interpretaciones en Bilbao, Madrid y Valencia gozó de un éxito y de un reconocimiento poco habituales. No tardó en traspasar nuestras fronteras de la mano de la Orquesta Nacional que, por aquellos primeros años de la década de los cuarenta del pasado siglo, también comenzaba a consolidarse como conjunto sinfónico en España y hacía su primera actuación internacional en Portugal, primero, y años después, en París.

Una verdadera obra maestra es el Concierto de Aranjuez, pieza sin duda identitaria de su autor y exponente de su grandeza creativa, que no tardó en adquirir rangos de excelencia compositiva compatibles con una gran popularidad. Es una brillante página de oro de la música española, patrimonio ya de la Humanidad por la universalidad adquirida, que mantiene vivo en la memoria, en el recuerdo y en el corazón a su autor, el maestro Joaquín Rodrigo.

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(_^*) El ribereño Fernando Pérez Ruano es además Académico correspondiente en Madrid de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo desde 2019 y es autor de libros, entre otros trabajos, sobre la música en el Quijote, la música religiosa en España o la biografía del maestro Odón Alonso.