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Publicado: Jue, Oct 31st, 2013

Juan Ramón Jiménez: Rusiñol, Azorín, Ortega y la trama que conduce hasta El Rana Verde

El pasado jueves 17 de octubre, en El Rana Verde, comenzó el Ciclo de Conferencias organizado por la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón y la Comisión para la Celebración del Centenario del Homenaje a Azorín en Aranjuez el 23 de noviembre de 1913. La conferencia fue impartida por Francisco José Martín, doctor en filosofía y en filología, profesor en varias universidades europeas, experto en el estudio de las obras de Ortega y Gasset y, sobre todo, autor-editor de un libro «La fiesta de Aranjuez en honor de Azorín» (Biblioteca Nueva, Madrid, 2005), «culpable» de que un grupo de ribereños al leerlo decidieran formar una Comisión para recordar un siglo después aquél evento de transcendental importancia. La conferencia tuvo lugar en el salón superior del Rana y mientras anochecía tras las cristaleras fue seguida con atención por un centenar de asistentes. A su término, cuando llegó el turno de preguntas, surgió la inevitable y obligada: «¿Porqué se elige Aranjuez y no otro sitio para homenajear a Azorín?». Francisco José Martín confesó que esperaba dicha pregunta y aludió a un artículo publicado por Azorín poco días antes de La Fiesta de Aranjuez en La Vanguardia de Barcelona titulado «Aranjuez o la sensibilidad española» en el que se explica lo que este Real Sitio simbolizaba como sinónimo de modernidad. «Pero, obviamente, fue Juan Ramón Jiménez quien sugirió Aranjuez, Ortega hubiera elegido seguramente El Escorial… Juan Ramón es una lectura que yo cultivo desde hace tiempo y así como los del 98 descubrieron el campo, los pueblos, él, que además estaba influenciado por Rusiñol, veía en el jardín la naturaleza reformada…»

jimenez_juan_ramonEscuchar a Francisco José Martín, en un sitio como El Rana Verde, tan querido por Rusiñol, me hizo recordar un poema de Borges, «La Trama» de su último libro «Los conjurados»(«No hay una sola de esas cosas perdidas que no proyecte/ ahora una larga sombra y que no determine lo que/ haces hoy o lo que harás mañana»). Indudablemente el artista catalán con el que tuvo más afinidad J.R.Jiménez fue Santiago Rusiñol. Lo conoció, posiblemente, en 1902, o en 1903 :»Veía más -escribe- a Martínez Sierra y por él conocí a Santiago Rusiñol y a otros modernistas catalanes». Lo que significó Rusiñol en la vida del poeta de Moguer queda manifiesto en «Espacio», su impresionante poema en prosa escrito en Coral Gables, Florida, en el exilio, en 1954 (» y quién habría de pensarlo, cuando yo, con Miguel Utrillo y Santiago Rusiñol, gozábamos las blancas salas soleadas, al lado de la iglesia, en aquel cabo donde quedó tan pobre el ´Cau Ferrat` del Ruiseñor bohemio de albas barbas no lavadas»). J.R.J, en 1904, escribe en «Jardines lejanos» un poema cuyo frontis dice: «A Santiago Rusiñol (porcierta rosa)»: «Mira maestro, este solitario paraje/ quieto y hondo, tan dulce de luz y deverdores/como aquellos de paz, de ternura, de encaje/ en que tu corazón soñara los colores».

Continuando la trama: Azorín tampoco se libró del influjo de Rusiñol y del jardín como tema. En un artículo (en el que comenta «Jardines clásicos de España», un libro de un amigo deRusiñol, pintor y paisajista, que también anduvo en su compañía por aquí: Xavier deWinthysen ) describe tres tipos de jardines: el de una glorieta, el de un palacio («huyeron de él sus naturales y magníficos moradores») y el del interior de un claustro monacal. Y la trama sigue y nos trae de vuelta a Aranjuez y a El Rana Verde pasando por la colina de los chopos en la que se encontraba la Residencia de Estudiantes de Madrid. En 1913 J.R.J es invitadopor el director de la misma, el siempre generoso y protector Jiménez Fraud a instalarse en ella. Se le asigna una habitación confortable que da a un jardín y en la que puede acomodar sus más de quinientos libros. Allí estudia griego, perfecciona el inglés, escucha música y conoce a los intelectuales y artistas más sobresalientes del momento (Menéndez Pidal, Eugenio d´Ors, Unamuno) e intima especialmente con Ramón de Basterra y Ortega y Gasset. En «Juan Ramón Jiménez. Pasión perfecta», de Rafael Alarcón Sierra (Espasa, 2003) leo: «Ortega intentó atraerlo a su proyecto de renovación política y cultural, pero Juan Ramón no quiso firmar el manifiesto de la Liga de Educación Política Española, ni subordinarse al papel que el filósofo quería que desempeñase como educador lírico nacional para las nuevas generaciones. Sin embargo, sí aceptó ayudar en la organización del homenaje a Azorín en Aranjuez, concebido por Ortega como desagravio al rechazo de su candidatura por la Real Academia Española y que supuso una verdadera ´firma de capitulaciones`entre los escritores mayores (a través de la figura de Azorín) y los jóvenes (encabezados por Ortega) que iban a ser conocidos respectivamente, de manera simplificadora, como ´la generación del 98` y ´la del 14`».

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Sobre el Autor

- Abogado, periodista y escritor. Nacido en Buenos Aires, es vecino de Aranjuez desde 2001. Autor de varios libros, ensayos, novelas y obras de teatro, dirigió el Aula de Poesía José Luis Sampedro.

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