El primer vuelo tripulado por una persona en un globo aerostático en España fue el 5 de junio de 1784 en Aranjuez y aunque el piloto, el francés Charles Bouché, no salió bien parado, quedó puesto en nuestro Real Sitio el primer peldaño de la aerostación española. El acontecimiento quedó reflejado a modo de fotografía para la historia por los pinceles de Antonio Carnicero en un cuadro que guarda el Museo del Prado.

En ese mismo lugar tiene su sede desde hace años el Festival de Globos de Aranjuez, una regata que ha ido cambiando de nombre a lo largo del tiempo pero que mantiene el mismo espíritu: el de mantener a la ciudad ligada a este tipo de aerostatos.

Y en esa comunión estábamos cuando al espectáculo nocturno «Brillos en la oscuridad» se sumaron un dron y el rosario de satélites Starlink de Elon Musk, lo que nos hace pensar que las ciencias avanzan una barbaridad y que los cielos ribereños siguen siendo patrimonio de los artefactos volantes de última generación.