Héctor Anabitarte

No hubo en el Congreso de los Diputados «socialistas buenos». Se temió un nuevo Tamayazo pero no sucedió, la derrota de Feijóo fue impecable,  como deber ser en una democracia adulta.

Algunos dirigentes del Partido Popular promocionaron el transfuguismo sin éxito, sospechaban que había «socialistas buenos» y resulta que todos son malos, apoyan la candidatura de Pedro Sánchez a pesar de que algunos exlíderes del viejo socialismo no lo habrían hecho con entusiasmo.

Se empeñan en vivir en una España que ya no existe, se sienten excluidos, ignorados. Hay que reconocer que el candidato popular se comportó con cierta elegancia, sabía que perdía y que tendría que soportar durante una legislatura un gobierno progresista.

En la Unión Europea se nota la satisfacción, de lo contrario otro país gobernado por la ultraderecha, porque el Partido Popular está secuestrado por Vox.

Resulta cansador que el PP se sigue afirmando que les corresponde gobernar por haber obtenido más votos, pero la Constitución establece lo contrario, gobierna quien obtiene mayor apoyo parlamentario y todo indica que Sánchez lo tiene.

El PP está aislado, fruto de una política reaccionaria, ajena a los intereses de la población, favoreciendo a los sectores con más posibilidades económicas, los ricos más ricos y los pobres más pobres.

La legislativa anterior fue muy difícil: pandemia, guerra, volcán, inflación y una oposición que no reconocía la legitimidad del Gobierno, al presidente lo llamaron okupa. Una oposición que desconocía la Constitución, la legalidad de la democracia, la legitimidad de las elecciones.

La derecha española no se acostumbra a no gobernar, consideran que España es de su propiedad, y en parte, desgraciadamente, es cierto. ¿Amnistía? Puede que no sea la primera: indultos, amnistías y la derecha ha sido favorecida más de una vez. España no se rompe ¿Qué poca confianza tiene la derecha en España?