Sin agua no se puede vivir
Héctor Anabitarte
Sin agua no se puede vivir, obvio, se puede morir de sed. El 65% del cuerpo humano es agua que hay que renovar como ocurre con los ríos «que van a dar a la mar».
Se recomienda tomar entre ocho y diez vasos de agua todos los días aunque no se tenga sed, particularmente las personas mayores, cuando sus neuronas están cansadas y distraídas. El cerebro la necesita.
Se valora el petróleo, el gas, el carbón, el oro, pero no tanto el agua, que empieza a ser motivo principal de conflictos internacionales: la guerra del agua. Sólo el 3% del agua total del planeta es potable. Derrochar sería un delito y hacerla potable impostergable. La agricultura está en peligro, peligra la alimentación.
En España tres cuartas partes de su territorio está en estrés hídrico y el verano ya dura seis semanas más.
Se estima que en dos años dos tercios de la población mundial podría vivir en países con escasez de agua. Actualmente 2.200 millones de personas carecen de servicio de agua potable. 829.000 consumen agua contaminada que provoca serios problemas de salud.
La falta de agua obliga a muchas mujeres y niñas a dedicar una parte de su tiempo en transportar agua; muchas niñas abandonan por ello su educación.
La falta de agua obliga a emigrar a poblaciones enteras en condiciones muy penosas. Las sequías e inundaciones desastrosas son más frecuentes. Recientemente las Naciones Unidas convocaron en Nueva York un encuentro mundial para reflexionar y tomar medidas ante un desafío que pone en riesgo el futuro de la humanidad.