Asegura que el Ejecutivo local no ha cambiado

El Gobierno Municipal ha respondido a la demanda del PSOE de Aranjuez de que la alcaldesa cese de sus cargos a los dos concejales de Ciudadanos que han abandonado su partido y a los que tilda de tránsfugas asegurando que «niega rotundamente que en el Ayuntamiento de Aranjuez haya problemas de transfuguismo».

Mientras que el PSOE alude al Pacto nacional por la Estabilidad Institucional («se entiende por tránsfugas a los y las representantes locales, autonómicos y estatales que, traicionando al sujeto político (partidos políticos, coaliciones o agrupaciones de electores) que los y las presentó a las correspondientes elecciones, hayan abandonado el mismo, hayan sido expulsados o se aparten del criterio fijado por sus órganos competentes») el PP esgrime el Acuerdo sobre el Transfuguismo («a los representantes locales que apartándose individualmente o en grupo de la formación política que los ha presentado, o habiendo sido expulsados de éstas, pacten con otras fuerzas para constituir, mantener o cambiar la mayoría gobernante en una entidad local, o bien dificultan o hacen imposible a dicha mayoría el gobierno de la ciudad»).

Así pues, el Gobierno Municipal expresa que «no se ha visto modificado, ni se ha constituido una nueva mayoría que altere el acuerdo de gobierno actual ni, por supuesto, esta decisión ha evitado una ruptura de la unidad del bloque de Gobierno, ya que nunca ha estado ésta en entredicho».

Acipa y la esposa de Blanco, de ejemplo

En el cruce de acusaciones de «política limpia», el Gobierno local ha echado mano al ejemplo de la concejala de Acipa Mónica García (esposa del candidato socialista Oscar Blanco) como «claro ejemplo de transfuguismo político».

«Abandonó dicha formación política y contribuyó a reforzar lo que, en aquellos momentos, era un gobierno muy en minoría del PSOE, ayudando con sus posicionamientos políticos a combatir la debilidad en la que se encontraba», asegura en su nota de prensa.

«Este es un ejemplo más que evidente de la doble vara de medir y de la estrategia habitual de guerra sucia que realiza el Partido Socialista en función de sus intereses y cálculos electorales», concluye.