La III Adenda del Pacto nacional por la Estabilidad Institucional expresa, en uno de sus primeros acuerdos, que «se entiende por tránsfugas a los y las representantes locales, autonómicos y estatales que, traicionando al sujeto político (partidos políticos, coaliciones o agrupaciones de electores) que los y las presentó a las correspondientes elecciones, hayan abandonado el mismo, hayan sido expulsados o se aparten del criterio fijado por sus órganos competentes”.

Es el caso de los dos concejales de Ciudadanos, Diego López de las Hazas y Nerea Gómez, integrantes del Gobierno municipal, que esta semana han anunciado que dejan Ciudadanos para pasar a ser concejales no adscritos y solicitar su alta en el Partido Popular.

El movimiento en sí no sorprende. No es ni más ni menos que lo que están haciendo cientos de ediles de Ciudadanos que están temiendo que estos meses sean los últimos de sus vidas políticas si continúan en la formación que ellos mismos llaman liberal. Incidimos en este punto porque no hay que olvidar que Albert Rivera, líder de la formación hace unos años, presentó al mundo su candidatura con un marcado carácter socialdemócrata. Tiempo después se convirtió en un partido liberal y, ahora, muchos de sus integrantes, como los dos ediles ribereños, se han convertido al conservadurismo.

Afirman tanto López de las Hazas como Gómez que el proyecto de Ciudadanos está caduco y que ya no tiene nada que aportar a la política. Más de media Legislatura han tenido para darse cuenta de ello dada la trayectoria del partido naranja, que ha pasado de alternativa de Gobierno a la práctica irrelevancia.

Libres son, por supuesto, de elegir la formación política que les garantice la continuidad en el Ayuntamiento si ellos lo desean así, si la lista del Partido Popular les incluye y si ocupan puestos con posibilidades de acta de concejal.

Pero hubiese sido mucho más inteligente por su parte y mucho más sincero haber dimitido de sus cargos en las delegaciones del Gobierno (entre otras, Cultura y Turismo, Gómez y Deportes y Educación, López de las Hazas). La medida no hubiese casi incidido en el día a día del Ejecutivo local, ya que quedaría un mes escaso para la celebración de las Elecciones, pero hubiese significado un punto de partida hacia la transparencia y la ética. La permanencia en las delegaciones sugestiona al vecino de que al final no deja de ser un movimiento para garantizarse un sueldo, y eso es lo que está calando en la opinión pública, más allá del traído y llevado término de tránsfugas.

Y a los ejemplos nos remitimos, porque la mayoría de los concejales de Ciudadanos que están haciendo lo mismo en diferentes puntos de España sí lo están haciendo: dimiten de sus cargos y, después, en muchos casos, confirman su ingreso en el PP.

La comunicación, en este caso, también les ha fallado. A ellos, precisamente, que desde el primer minuto de la Legislatura han vendido su presencia en todos los canales. Anunciar que dejan el partido, no los cargos, que se pasan a otro y que lo hacen para que no gane el PSOE o un bloque de centro-izquierda no deja de ser otro error.

Si simplemente hubiesen expresado que se convierten en concejales no adscritos por discrepancias con su partido y que después ya se vería su futuro hubiera evitado muchos malos tragos. Lástima, porque su gestión en el Gobierno Municipal quedará por siempre etiquetada como un cambio de chaqueta en el último minuto del mandato. Veremos el siguiente capítulo de la historia.