La banca, una vez más
Héctor Anabitarte
La banca, una vez más, provoca una crisis mundial, es algo cíclico. La banca se hunde pero como el ave Fénix más o menos se recupera y vuela hacia un horizonte que anuncia la siguiente.
La del 29 condenó a la miseria a millones, provocó algunos suicidios significativos y la especulación que trajo consigo enriqueció a otros, que ya eran ricos.
Hasta hace unos días el gran problema económico y social era la inflación, pero resulta que varios bancos norteamericanos, muy importantes, han quebrado y desplazan el interés. La crisis de hace tan sólo quince años de Lehman Brothers afectó a todo el mundo, ya se sabe que un estornudo en la todavía gran potencia norteamericana, la más importante, resfría a la comunidad internacional y agota los stocks de pañuelos de papel ante tanto moco. Hasta el gobierno chino está preocupado, pues es propietario de mucha deuda norteamericana.
La economía es muy contagiosa y muy insegura. El Credit Suisse toca fondo tras años de escándalos y mala gestión, hundido en la Bolsa y rescatada por el banco central, 50.000 millones de euros, ni más ni menos.
De rescate en España mucho se sabe. En 2008 el Estado, tan odiado por el mundo financiero, «donó» 60.000 millones de euros a bancos y cajas. El presidente Rajoy dijo en el Congreso de los Diputados que el préstamo no les costaría a los españoles ni un euro, y han pasado más de quince años y los beneficiarios siguen haciéndose los suecos sin pagar lo que les dieron , pero sin dejar de reparrtirse cuantiosos dividendos.
Los consejeros ejecutivos de los bancos, de las grandes multinacionales, pueden ser indiferentes a las crisis, son responsables de ellas, pero no se dan por enterados. Viven al margen, en otro mundo. Se les mima con el consentimiento de los accionistas. Se les mima: casa pagada, préstamos al 0%, energía subvencionada, seguro de salud, coche gratis…
Debería ser impostergable controlar a la banca, a las multinacionales. Sus privilegios ponen en peligro a la misma civilización, y su poder desmedido es un riesgo para el mismo sistema, de seguir así las cosas el capitalismo se convertirá en su peor enemigo.