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Publicado: Jue, Ene 19th, 2023

‘Paisajes de represión’ cerró el Octubre Negro de La Casa Negra

La charla “Paisajes de represión: una arqueología de los espacios de vigilancia y castigo durante el franquismo” clausuró el ciclo

La Asociación Cultural La Casa Negra ha cerrado su ciclo de conferencias Octubre Negro con una ponencia a cargo de Álvaro Falquina sobre cuatro momentos de represión política y social del franquismo.

El primero de ellos es el de los batallones de trabajadores, con el ejemplo de la Casa del Guarda de Jadraque, en 1938. Los estudios arqueológicos aportan materiales nuevos y una perspectiva diferente sobre un tema del que hay abundante bibliografía. El batallón de trabajadores tenía como objetivo construir un sistema defensivo de trincheras. Un grupo de unos cinco mil presos vivió entre marzo y abril concentrado en barracones organizados de una manera que refleja una categorización.

La distribución espacial nos muestra que los barracones de 10 x 3 metros estaban semienterrados, mientras que los espacios de vigilancia estaban sobre el terreno. Todos en torno a un espacio y una calle centrales. Estos elementos, calle y plaza, representaban el poder del Estado que mostraba su poder en cada acto común en esos espacios conspicuos.

El segundo momento lo representa el campo de concentración de Castuera entre abril de 1939 y febrero de 1940. En este espacio, excavado de 2010 a 2012, albergó de 10000 a 15000 presos. La represión empieza a ser sistemática: durante diez años se pone en práctica un programa de asesinatos depurativos. Los barracones se organizan de nuevo en torno a un espacio central presidido por una cruz, en el que se pronuncian arengas militares. En torno a ese espacio, a ese patio, se distribuyen los barracones. La interrelación entre todos los espacios se multiplica con el objeto de destruir las ideas de espacio y tiempo, de demoler la subjetividad de las personas, de deshumanizarlas.

El destacamento penal de Bustarviejo entre 1944 y 1952 es el elegido para ilustrar el tercer momento. Esos destacamentos fueron construidos en el primer franquismo, el del nacionalcatolicismo y la Falange, para albergar presos destinados a obras de interés nacional. En él habitan presos (que cobran pequeños salarios) con sus familias, expulsadas de sus localidades. Las viviendas, dispuestas en torno al espacio central, funcionan como las antiguas tapias o alambradas. Tras el patio central, en la zona trasera, los penados. El disciplinamiento del trabajo se ve reflejado en el uso de espacios.

Finalmente, ya en el segundo franquismo, la evolución del paisaje represivo conduce al modelo carcelario de Carabanchel (1940-1999). El edificio, construido por los propios presos en los cuatro primeros años, es de estilo neoherreriano (el paradigma de la España imperial) y está diseñado siguiendo el modelo radial panóptico, en desuso ya en su época. La ideología remite al fascismo que aspira a la ortodoxia social del nacionalismo y el catolicismo del siglo XIX, organizada y disciplinada en torno a la aristocracia y la burguesía.

Se trata de una cárcel modelo. No solo paradigma arquitectónico de edificio represivo, sino también patrón del modelo social franquista, puesto que se construye en un barrio obrero. Una cúpula enorme es el cerebro omnisciente y omnividente que distribuye espacios y movimientos del personal y de los internos. Su decoración e imaginería son religiosas, allí se celebran misas que los internos oyen desde sus celdas.

En el debate posterior, muy interesante, se extrapoló el discurso del ponente a otros ámbitos, tanto de los paisajes de represión como del urbano, incluido el diseño de la propia ciudad de Aranjuez.

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