¿Perdonar?
[ HÉCTOR ANABITARTE ]
En Google se pueden leer los diferentes perdones que administran las diversas religiones e iglesias. En general coinciden que los humanos son hijos, e hijas, estas, especialmente, descendientes del pecado, se estableció entonces, para amortiguar la correspondiente sanción, el perdón, eso sí, en todas tiene que ser sincero, no vale hacer trampa. Algunas son muy exigentes y otras no tanto. Si se da un repaso a la historia de la humanidad, para eso está Google (Buscar en las viejas enciclopedias es más engorroso), se puede descubrir que todos los estados, en un momento dado, han violado los más elementales derechos humanos, y algunos son reincidentes, se les hizo costumbre. Lo del perdón está de actualidad. El Papa Francisco, acusado de ser peronista, envió una carta al gobierno de México, pidiendo perdón por los pecados de la Iglesia cometidos cuando la colonización, es el tercer papa que lo hace y los dos otros, no eran peronistas. Ayuso, tan católica, se animó a criticar a la Santa Sede y de paso también al gobierno mexicano, empeñado el actual presidente en exigir que España le pida perdón a los mexicanos. El religioso Bartolomé de las Casas, cuando se estaban cometiendo violaciones de derechos por parte de Castilla, lo denunció enègicamente, eso sí promocionó importar esclavos negros, diezmados los nativos por la actividad explotadora de los auropeos, no solo eran víctimas de nuevas enfermedades. Obtener oro lo más rápidamente posible importaba mucho más que bautizar a los indígenas, sorprendidos por ese judío crucificado no sabían en donde ni por qué. La Conferencia Episcopal Española, naturalmente, se vió obligada a defender a Francisco, sea peronista o no, se debe obedecer al Papa. El presidente mexicano sabe que el Imperio Azteca era como todos un imperio imperialista: sometía sin piedad a una serie de naciones vecinas, y Hernán Cortés aprovechó esta circunstancia para pactar con estos pueblos sometidos, derrotando a los aztecas. ¿Los aztecas tendrían que pedir perdón? Ayuso no necesitaba viajar a Nueva York para reñir al Papa y a los mejicanos ni para robarle a Casado algunos titulares. También molestó a los indígenas asegurando que el indigenismo era el «nuevo comunismo». La presidenta de la Comunidad de Madrid sabe que un titular es más útil que el oro.