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Publicado: Mié, Nov 25th, 2020

Mujer valiente

Violencia Género AranjuezEstrella Benito García.

Otro año más el calendario volvió a traer un 25 de noviembre teñido de luto, de gritos estrangulados por el miedo, de corazones sin latido. Otro año más las hojas del calendario danzan acompasadas con las hojas del otoño, y en medio de este exuberante escenario de luz y color, el crujido de las hojas se mezcla con el dolor que produce la impotencia contenida cuando oímos que las cifras de mujeres asesinadas no cesa.

Y sin querer, me vienen a la memoria retazos de la juventud, cuando te enamoras y piensas que la vida es solo eso, un fugaz enamoramiento que nos hipnotiza y se adueña de nuestro corazón. Pero ¿cuándo empezó a torcerse todo? ¿en qué preciso momento las caricias se fueron desvaneciendo y los besos dejaron de desear otros labios?. Y como todos los fuegos que un día se apagan, de aquella llama solo quedaran rescoldos, cenizas que alimentan el dolor y el odio. Entonces las palabras se convierten en gritos, y los silencios en miedo.

Infatigable rutina que lentamente va erosionando nuestras vidas y nos arrastra hacia una corriente peligrosa. Y mientras yo quiero seguir con la mirada puesta en el horizonte, tejiendo nuevos proyectos, alcanzando nuevas metas, veo como el fuego de tus ojos te abrasa por dentro porque no aceptas que me mire en el espejo y me sonría, porque sabes que esa a quien miro es una mujer valiente, que aprendió que un rayo de sol es el hálito necesario para alimentar una caricia. Y tú, ciego de odio, te retroalimentas del miedo a perderme, porque me consideras tuya y ese instinto animal, de hombre depredador , se apodera de ti y te da fuerza, la fuerza necesaria que empuja al odio y levanta la mano, el dedo sentenciador que te hace sentirte valiente.

Entonces, el único salvavidas que nos queda para salir indemnes de esta barbarie es pedir ayuda para volver a recuperar esa fuerza innata que tenemos las mujeres para seguir adelante, olvidando esa voz que durante mucho tiempo intentó minimizarnos, desoyendo esos “te quiero” falsos.

Y como en el tren de la vida, un día vemos que nuestro vagón descarrila y por un momento nos sentimos un montón de chatarra varada en una isla desierta. Pero nunca debemos olvidar que la chatarra puede convertirse en una gran escultura, y que los náufragos cuando consiguen ser rescatados, resultan ser grandes héroes.

Y existe un silencio mudo que dice más que mil palabras, un lenguaje oculto entre las mujeres que no nos rendimos y que nos habla de noches de luna, de estrellas que brillan, de árboles que crecen, e ilusiones que se tejen con la ayuda de una mano amiga… y nos sobran las palabras, el odio, la mentira de quienes, interesadamente, nos tienden una mano falsa, porque nosotras nos bastamos, para decir ¡BASTA!

Basta se dice con cada gesto del día a día, con cada detalle nimio que ponga freno a esta barbarie, a esta lacra social. Porque los gritos, hasta incluso, los que reclaman justicia, embrutecen.

Y nosotras no nos vamos a callar, pero entonces ¿por qué perder fuerzas en gritar, si no nos gusta que nos griten? Ahora, lo que realmente nos urge es actuar. Actuar, ¿cómo?, educando a nuestros hijos, la educación es la poción mágica capaz de cambiar el mundo. Aprendiendo a podar esas ramas que lucimos contaminadas de malas costumbres que durante generaciones venimos arrastrando, como quien carga con un maleficio. Valorándonos cada día, sabiendo que las mujeres somos el motor que mueve el mundo.

Durante siglos nos vendieron la bella imagen de que solo servíamos para parir. Sí, parir, un acto inmensamente maravilloso, pero gracias, ya nos bastó tanta consideración, y hoy aplaudo a las mujeres que deciden no parir, y me basta mirar a mi alrededor para saber que confío plenamente en las nuevas generaciones de mujeres preparadas que no necesitan estar a cada momento reivindicando sus derechos, porque se bastan por sí solas para demostrar su gran valía. Un aplauso por aquellas que no se consideran princesas, ni barbies, ni un objeto de escaparate en instagram. Un aplauso por las abuelas que nos dijeron que correr no es de cobardes, que las mujeres no teníamos dueño, y que las únicas dueñas de nuestra vida éramos nosotras.

Se acabó deshojar margaritas, blindar los puentes con candados, o dibujar corazones con flechas en la corteza de un árbol. Porque ya aprendimos que las rosas tienen espinas y que las caricias, a veces, pueden convertirse en puños. Entonces, ¿por qué esperar que una ley nos ampare, que un juez nos defienda?. Nuestra lucha es constante, desde el primer beso que damos a nuestros hijos cada mañana hasta el momento en que nos despedimos del día cada noche. Una lucha que desgraciadamente no es fácil, pero tampoco perdida.Grano a grano se consiguen grandes cosechas y aunque el camino a veces resulte pedregoso, de cada detalle del día podemos obtener grandes logros.

Hay una frase de Teresa de Calcuta que llevo como un talismán adherida a mí:

“LA PALABRA CONVENCE, PERO EL EJEMPLO ARRASTRA.

NO TE PREOCUPES PORQUE TUS HIJOS NO TE ESCUCHAN, TE OBSERVAN TODO EL DIA”

( A mis grandes amigas, y a todas las mujeres que me han ayudado a seguir luchando)

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