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Publicado: Mar, Jul 28th, 2020

Responsabilidad individual

Héctor AnabitarteResponsabilidad individual… No es posible imponerla por decreto y multar. ¿Cómo multar los encuentros familiares en un domicilio? Lo de estar en familia -que la queremos tanto y tanto la extrañamos-, no garantiza no infectarnos. Es absurdo llevar mascarilla, bien colocada, y mantener la distancia en la calle, en los establecimientos, y no hacerlo en casa cuando nos reunimos con quienes más queremos. Juntarse la familia alegremente como antes es imposible. Ahora el encuentro tiene por fuerza que ser distinto, incómodo, fastidioso, pero estamos en una pandemia que continúa activa, el virus vive entre nosotros, y no hay que facilitarle su transmisión. En las reuniones familiares, y de amigos, hay que ser muy rigurosos, se han convertido en la causa principal de los  rebrotes peligrosos.  Es común -mejor escribir ‘era común’- que tres generaciones juntas festejen acontecimientos -cumpleaños, bautismos, bodas- y a dichos eventos  asistan personas que inclusive viven en otras comunidades. Y no solo se asiste a fiestas familiares: en algún funeral también se han producido contagios, la presencia de la muerte no ha desanimado a muchas personas que siguen practicando la ceremonia de los adioses sin tomar ninguna precaución.

Y los jóvenes… Tomar medidas drásticas en lo que se llama ocio nocturno y en el que se produce ilegalmente en la vía pública puede ser más fácil de contener que las reuniones familiares.

Limitar el ocio, cerrar establecimientos, fijar horas tope… ¿Significa más paro? Peor será cuando los hospitales resulten desbordados por la demanda y no  se pueda atender a los enfermos adecuadamente o haya que elegir a quien se atiende y a quien no. Tendríamos que tener bien presente lo sucedido en muchas residencias madrileñas donde muchos ancianos no fueron derivados a los hospitales. Se les condenó a sufrir y a morir.

Responsabilidad individual… El calor no ha desanimado al coronavirus -como aseguraba Trump- y después del verano llega el otoño y el invierno… y la gripe, como todos los años, y esa -por más ‘común’ que sea- también mata. Es muy duro que nietos y abuelos tengan que verse de lejos, pero peor es quedarse sin abuelos. Esta nueva normalidad en realidad tiene poco de normal. Hasta que aparezca la vacuna hay que vivir con esta amenaza, guste o no. Es posible que -deseamos sea pronto- haya vacunas eficientes, y los estados se precipiten a distribuirla, los que puedan, claro, otros no, muchos, con la malaria, el dengue, el chagas, ya sufren desde siempre una catástrofe sanitaria. Por otra parte es mucho más caro un enfermo en las UCI dos meses. Los que se toman de manera negligente las medidas de protección, posiblemente no piensen que en un momento dado, por actitudes como las suyas, tampoco habrá cama en los hospitales para ellos.

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Sobre el Autor

- Sindicalista, periodista, escritor y activista social. Vive en Aranjuez desde 2001. Es autor de varios libros y ensayos. Como periodista ha desarrollado su labor en Buenos Aires, Madrid, Barcelona, San Sebastián y Aranjuez. Participa activamente en la asociación de inmigrantes Hombro con Hombro.

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