Cristina Moreno, hasta el pasado miércoles, portavoz del grupo de concejales del Partido Socialista, anunció el pasado viernes su decisión de renunciar al acta de concejala en el Ayuntamiento de Aranjuez.

Moreno, que ha estado presente en las cuatro últimas legislaturas -tres de ellas formando parte del equipo de Gobierno en el que, incluso, fue alcaldesa de Aranjuez de 2015 a 2019- forma parte ya de la historia política de la ciudad.
Cristina Moreno siempre ha contado la anécdota de que, con 21 años, se presentó en la sede del Partido Socialista con la intención de afiliarse. Por allí andaban dos históricos como José Luis Moreno y Manuel Cosgaya, que le preguntaron el por qué de ese interés. Moreno les contestó “porque quiero ser alcaldesa de Aranjuez”. Los dos históricos, ante la inminente precocidad, le animaron a llevarse a casa los estatutos del partido para que tomase la decisión con argumentos. Cristina Moreno volvió… y se afilió. El paso de los años demostró que esa ambición era firme… y que consiguió su objetivo: ser alcaldesa. Moreno no se marcha ostentando la alcaldía, pero sí se marcha habiendo sido la más votada en las últimas elecciones locales. El pacto de PP, Ciudadanos, Acipa y VOX permitió a María José Martínez erigirse como la primera edil de esta ciudad. Sí se intuye que Moreno se marcha con ese poso de amargura por aquella “traición política” -como ella lo denominó- llevada a cabo por Ciudadanos, con quienes llegó a un acuerdo a falta de la firma que, incluso, había llevado hasta el papel la disposición de ese nuevo gobierno que compartirían con InPar. Ciudadanos, pocos minutos antes de la investidura, trasladó a Moreno su decisión de romper ese pacto para darle la alcaldía a Martínez.
Pero Moreno se marcha con elegancia, sin hacer ruido y asumiendo que su tiempo en la política local ha llegado a su fin.
No todos los políticos saben irse en el momento adecuado. Han sido 16 años en los que ha pasado por todos los estados de ánimo, sintiendo la confianza plena de su partido, unas veces con delegaciones más relevantes, otras con delegaciones más agradecidas y, finalmente, con la alcaldía de su ciudad. Todas las áreas deben considerarse importantes en un Ejecutivo pero la historia política siempre puso al frente de las delegaciones más complicadas a personas muy cualificadas, y Moreno es una de ellas.
Cristina Moreno siempre ha tolerado la crítica constructiva pero si algo no se le puede reprochar es el compromiso con esta ciudad, con ‘su’ ciudad. Siempre ha demostrado que los intereses por Aranjuez le han movido más que los personales y, con sus aciertos y sus errores, siempre trabajó por sacar a esta ciudad de la situación en la que se encontraba. Su gestión al frente de la alcaldía siempre estuvo en medio de la dificultad, con un gobierno en minoría que no arrancó hasta dos años después de su investidura cuando puso sobre la mesa la dimisión al no encontrar puntos de acuerdo con la izquierda que permitió que fuese alcaldesa. Moreno se marcha afirmando que le faltó el tiempo que la hicieron perder durante los dos primeros años de su legislatura como alcaldesa, y puede que no le falta razón ya que, una vez se firmó el Acuerdo de Estabilidad, se pudieron aprobar unos presupuestos que le permitieron aplicar su verdadera gestión.
Cristina Moreno se marcha no se sabe aún dónde, y se marcha con adeptos y con detractores pero con el respeto de la mayoría porque, si tiene algo que nadie le puede discutir, es la empatía con los ciudadanos y capacidad de diálogo.

Buena suerte en su andadura.