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Publicado: Vie, Sep 27th, 2019

Otra vez a votar [ RELATO DE JESÚS VALBUENA BLANCO ]

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Estaba recién duchado y afeitado, se acababa de poner ropa limpia y aguardaba a que su mujer terminara de acicalarse frente al espejo del baño. Don Gregorio había cumplido con sus tres pes dominicales: las porras, el periódico y el pan, y se disponía a disfrutar del domingo en familia hasta que una llamada de teléfono acabó quebrando sus planes. Contesta tú, le dijo su mujer desde el cuarto de baño. Obediente y bien mandado, don Gregorio hizo lo propio y se colocó el auricular en la oreja. Era aquella una voz un tanto metálica, de dicción casi perfecta, acostumbrada a un lenguaje tan administrativo que le daban a uno ganas de rellenar una instancia y sellar una póliza de dos pesetas. Verá, don Gregorio, le llamo desde la Dirección General de Estadísticas y Comicios de la Oficina Segunda del Primer Ministro. Lamento comunicarle que el voto que ejerció usted el pasado 26 de abril no es válido, no le ha sido útil al país, es un compromiso que usted intentó cumplir pero que no ha dado el resultado que la convivencia y el buen gobierno esperaban de él. Don Gregorio abría la boca intentando decir algo, pero no le salían las palabras. No acertaba a dilucidar si era aquella una llamada real o la broma pesada de algún gamberro. Oiga, pero yo… verá… Le indico los pasos a seguir a lo largo del día de hoy, de forma que pueda usted cumplir con su obligación como ciudadano y que el resultado sea el que mejor convenga a los intereses nacionales. El interpelado intentó frenar en seco, por fin, las órdenes de aquel tipo al que imaginaba en un despacho pequeño, en mangas de camisa y con la americana colgada de un perchero de pie: Oiga, no sé quién es usted, pero yo hoy no tengo tiempo de hacer lo que usted me pide, es el cumpleaños de mi nieto y vamos a comer con mis hijos y tal, ya sabe, toda la familia, en fin, que es un día complicado, ¿sabe usted? Cinco, cinco añitos cumple el muchacho… Doña Carmina había salido ya del baño y buscaba qué ponerse en el ropero de la habitación: ¿Quién es, Goyo, cariño? Pero don Gregorio no contestó, sino que se limitó a escuchar atento al otro lado del teléfono: Que no, don Gregorio, que el país en su conjunto está por encima de cada uno de sus integrantes, sea su nieto, su primo o su vecino el del quinto. El hombre estaba tomando un tono algo insolente: Venga, no se demore, debajo de su casa hay un coche esperándole para llevarle al colegio electoral. Dejó don Gregorio el teléfono sobe la mesa y se asomó al balcón para comprobar que un taxi aguardaba aparcado frente a su casa. El taxista esperaba apoyado sobre el capó y le apremiaba con gestos a bajar deprisa. Me voy, cariño, anunció don Gregorio a doña Carmina, que estaba ya poniéndose las joyas de las grandes ocasiones. Olvídate del cumpleaños, me tengo que ir a votar. ¿Otra vez? Sí, otra vez a votar.

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