La inminente celebración de las próximas elecciones Europeas, Regionales y Locales cambia el paso a los partidos políticos. Suele suceder, de manera más evidente, que los movimientos que se realizan desde instancias superiores están condicionadas a los comicios. No cabe duda que quienes tienen la potestad de gobernar, por ejemplo, en las Comunidades Autónomas no van a favorecer ningun gobierno local que sea de un signo político distinto al suyo, y esto lo sufren los ciudadanos, que pagan impuestos y ven cómo los intereses políticos están al servicio de las siglas sin importarles los votantes que depositaron su confianza en ellos en cada localidad. Aranjuez viene sufriendo el ninguneo del Ejecutivo regional desde hace años, bien porque el Gobierno de turno no compartía intereses políticos, bien porque, en otras ocasiones, el Ejecutivo local sí pertenecía a la misma formación pero no convenía reivindicar demasiado. Una de las evidencias en las demoras de las ‘obligaciones’ del Gobierno de la Comunidad de Madrid ha sido el arreglo y acondicionamiento de la Plaza Doctor González Bueno, un proyecto incluído en los Planes de Inversiones Regionales (PIR) y que no ha visto la luz hasta pasada una década. A fuerza de insistir, el actual Ejecutivo local consiguió arrancar el compromiso del Gobierno regional para acometer una obra que está financiada por la Comunidad y que yacía olvidada en algún cajón de la administración correspondiente. Y en esas estamos en la actualidad. Por un lado, que nadie espere -salvo sorpresa mayúscula- que la Comunidad de Madrid resuelva las alegaciones sobre el desarrollo de Puente Largo. No les interesa que un gobierno socialista ‘presuma’ de haber puesto en marcha un proyecto de este calado que podría suponer muchos puestos de trabajo; y menos a tan pocos meses de las elecciones. Otra vez el interés político por encima del ciudadano. Tampoco se espera -ojalá nos equivoquemos- que se dé via libre al Plan de Asfaltado, que ya obtuvo el visto bueno burocrático por parte de la Comunidad, que financiará el 70% del mismo, aunque todo parece indicar que no facilitará la inversión económica hasta pasado el mes de mayo. Así está la política actual, aunque este tipo de intereses no debe sorprender a nadie. Tal vez por eso el ciudadano haya perdido la confianza. Si la sitaución prosigue por estos cauces que a nadie le extrañe que en unos años el partido político más votado sea la abstención, y si no, den una vuelta por Andalucía. El político debería entender, sobre todo a niveles regionales y locales, que lo importante es el ciudadano. Sin embargo, la fidelidad del voto, en un alto porcentaje, les hace pensar que hagan lo que hagan siempre habrá un mínimo de confianza que les permita perpetuarse en los cargos y en las administraciones. Pero éste no debe ser el camino. Los políticos deben dejar de presionar para que se hagan o dejen de hacer cosas en su ciudad, y esa será la única forma de que el votante recupere la confianza.