Escuela de Agua
[ Pilar Esquinas ] Según la ONU, la educación es un derecho de todas las mujeres y los hombres, ya que nos proporciona “las capacidades y conocimientos críticos necesarios para convertirnos en ciudadanos empoderados, capaces de adaptarse al cambio y contribuir a la sociedad”. Siempre se ha dicho que “El arte de enseñar es el arte de ayudar a descubrir”. Gracias a la labor que ejerce la familia y los maestros en la transmisión de conocimientos, ideas, experiencias, habilidades o hábitos a las nuevas generaciones, dan una esperanza a que este convulso e interesado mundo cambie. Los niños no nacen con la capacidad de distinguir innatamente las conductas aceptables y recriminables de nuestra sociedad. Estos códigos les deben ser enseñados gradualmente para garantizar su integración progresiva en nuestro mundo adulto. Educar en valores significa presentar e incentivar la comprensión de ciertas conductas y pensamientos positivos para una convivencia sana. El respeto, la amistad, la tolerancia, la libertad, la dedicación, la compasión, la perseverancia, la bondad, el trabajo honesto, etc. Estas enseñanzas permiten que los niños vayan interpretando el sentido de la vida y la importancia de respetar al otro. Dentro de unos días, tendré la grata oportunidad de poder compartir con alumnos de 9, 10, 11 y 12 años de los Colegios Vicente Aleixandre y Santa Teresa de Aranjuez, el interesante mundo del agua desde la perspectiva generosa como bien común y no como una mercancía. Si queremos que las nuevas generaciones no acepten que fondos de inversión se hagan con el control de la gestión del agua de todos, se debe hacer una labor educativa, tratando de despertar la curiosidad entre los más pequeños sobre los derechos históricos de uso del agua. Lo fundamental es entender que los niños copian de nosotros, los adultos de su entorno, todas las pautas y comportamientos para establecer su propia personalidad. Por ello, es imposible educar en valores si nosotros mismos no somos su mejor ejemplo. La vida es un aprendizaje constante que nos obliga a estar en alerta constantemente por lo que la voluntad de progresar es tan importante como la educación formal. Cada día se nos hace más necesario explicarles todo lo relativo a la gestión del agua que han estado realizando nuestros antepasados y explicarles los peligros que conlleva que todo esté supeditado a un contador con una factura que genera miles de millones a empresas de las que apenas tenemos conocimiento cómo y por qué están legitimadas para cobrarnos por un agua que es un Derecho Humano. Nuestra responsabilidad con las generaciones futuras es la de incentivarlos a descubrir y querer conocer siempre más, porque la enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón.