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Publicado: Vie, Mar 23rd, 2018

A 210 años del Motín de Aranjuez

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El artículo de todos los años

Todos los años, cuando llega marzo, escribo un artículo sobre el Motín de Aranjuez, ese episodio lamentable de la historia de España que tuvo lugar entre el 17 y el 19 de marzo de 1808 y que, aquí, celebramos por todo lo alto, en septiembre, como si de una fiesta se tratara. Todos los años -en la línea de Manuel Vicent que para San Isidro, en mayo, se despacha a gusto contra la Fiesta Nacional de los Toros- yo arremeto contra el Motín y sus artífices. Lo hago en marzo y no en septiembre, por respeto a la cronología histórica, pero también para no ir de aguafiestas: ‘Las fiestas del motín’ -¿puede un motín ser una fiesta?-, las últimas del verano. Algunos años argumento sobre las desgracias que provocó dicho acontecimiento, buscando apoyo en las palabras que dejaron escritas nombres relevantes como Pérez Galdós, Alcalá Galiano, Larra, Mesonero Romanos, Mor de Fuentes, Camilo José Cela, el marqués de Villaurrutia (“Y así empezó a reinar Fernando VII, por la gracia de Dios y por obra de un motín, al que no fue acaso extraño, y en el que tomaron parte, además de los Grandes que lo promovieron y capitanearon, no pocos criados de Palacio pertenecientes a la servidumbre de los infantes; la gente proletaria fácilmente embaúcable y dispuesta al alboroto, y, lo que es más vituperable, las fuerzas del ejército destinadas a mantener el orden, que lo perturbaron, actuando de guardia pretoriana, e inauguraron, para baldón y desgracia de España, la era de los ‘pronunciamientos’”). Algunos años intento rebajar mi acritud y entonces acudo, por ejemplo a José Luis Sampedro que, aparte de narrador, era economista (“La corte era una fuente de ingresos importante para los habitantes de Aranjuez; mientras la corte estaba en Aranjuez los campesinos vendían sus productos lo mismo que los carniceros, ganaderos y comerciantes. El pueblo, cuyo sustento dependía de ello, se sublevó, aunque naturalmente y como es sabido, los enemigos políticos de Godoy se aprovecharon y manipularon la situación en función de otros fines”). Y otros años, como en 2017 sin ir más lejos, cargo el fusil y disparo utilizando la munición que encuentro en las palabras que Carlos Seco Serrano, de la Real Academia de la Historia, escribiera en el prólogo de la biografía de Emilio La Parra ‘Manuel Godoy. La aventura del Poder’ -Tusquets, 2002-: “La revolución de marzo -que así la calificó enfáticamente el poeta Quintana, fue, de hecho, una lamentable mascarada que en último término sirvió para que sus promotores sirviesen en bandeja la soberanía y la independencia del país al omnipresente señor de Europa -Napoleón-. Pero la historiografía posterior, invirtiendo los términos, ha seguido considerando al príncipe de la Paz como el responsable de la catástrofe que apenas dos meses después de la algarada de Aranjuez, quedaría sellada en las claudicaciones de Bayona. Siempre me ha parecido un triste exponente de la ignorancia supina de nuestra historia real, ese lamentable alarde folklórico que cada año evoca festivamente, en el Real Sitio, la ‘hazaña’ de los amotinados de Aranjuez”. En 2018, al cumplirse los 210 años del Motín de Aranjuez, no quiero volver a repetir argumentos contra el mismo, ni quiero destacar tampoco las consecuencias nefastas que provocó. Esta vez, simplemente, quiero hacer unas pocas preguntas a los vecinos de Aranjuez en general y a los “amotinados” en particular: ¿Saben cuánto nos cuesta mantener esta presunta ‘tradición’?, ¿Saben que el pasado año se comió casi todo el presupuesto anual destinado a ‘Cultura’? ¿Saben cuánto cobran quiénes dirigen este espectáculo de presunto “Interés nacional e internacional” desde hace más de 35 años? Estaría bien que los participantes en el Motín de Aranjuez, a celebrarse en septiembre próximo, lo supieran ya que muchos de ellos, desinteresadamente, invierten tiempo, esfuerzo e ilusiones, y -a mi entender, claro está- son tratados peor que los “amotinados” de 1808: a aquellos, ya se sabe, el Tío Pedro, no les regateaba doblones y vino peleón.

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Sobre el Autor

- Diseñador gráfico del Semanario MÁS.

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