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Publicado: Vie, Feb 23rd, 2018

Cuando ETA asesinaba… y el Waterloo de Puigdemont

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[ Héctor Anabitarte ] Cuando ETA asesinaba… Durante años, décadas, las personas interesadas en saber en qué mundo vivían, apenas se levantaban, sintonizaban una emisora de radio, y si las primeras informaciones no se referían a un atentado de ETA, respiraban aliviadas -hoy no- y el café con leche sabía mejor. Conozco a simpatizantes de ETA en el País Vasco que también respiraban aliviados: exigían un estado independiente pero no al precio del derramiento de sangre, aunque, públicamente, no condenaban estos atentados, pues, a pesar de todos los pesares, se decían: “son los míos”. Esta es la historia de la humanidad, y así nos fue y nos sigue yendo. Próximos a los siniestros campos de la muerte nazis, los vecinos tampoco sabían -ni olían- nada, y cuando los aliados los obligaron a visitarlos se…horrorizaron, aunque no todos, algunos -según nos lo muestra las imágenes de época- desviaban la mirada, apenas miraban, pensarían: “fueron los míos, sus razones tendrían”. ¿Razones?. “El sueño de la razón produce monstruos”, escribió en la cartela al pié de uno de los grabados de “Los desastres de la guerra”, Francisco de Goya. El cerebro humano es extraordinario, sigue siendo un misterio -y no sólo para la ciencia-. Cataluña: la política del ex-President no deja de sorprender, se niega a ser sacrificado, lo cual podría ser muy honroso, su renunciamiento concidiría con una sociedad tan responsable como la catalana, que “hace cosas” como Rajoy manifestó, claro que los catalanes hacen cosas, y muchas. Rajoy se olvida que es presidente de Gobierno de todas y todos los españoles, y para él no tiene que ser más importante un gallego que un catalán -Ceuta y Melilla es otro tema, tema tabú-. Y, por otra parte, en todas partes de España se “hacen cosas” “muy, muchas”. Al ex-President Puigdemont parece no importarle que se piense que Cataluña puede llegar a convertirse en eso que se ha dado en llamar “República Bananera” con tono despectivo eurocéntrico y profunda ignorancia histórica -las repúblicas bananeras fueron un invento de la United Fruits-. La presencia constante de Puigdemont en los medios de comunicación españoles y extranjeros resulta un espectáculo esperpéntico -espejos deformantes de la realidad, como los del Callejón del gato valleinclanesco-, patético y a la vez pueril, sainete de Rusiñol que aspira ser tragedia griega o numantina… Y no llega a “Relato” armado en tiempos de posverdad y mensajes en los móviles captados por las cámaras. Resulta un tanto insólito que el exalcalde de Girona y ¿expresident? de Catalunya, decidiera vivir su exilio en un lugar llamado Waterloo, que recuerda la batalla en la que Napoleón, tan victorioso en tantas y tantas, perdió la guerra de manera definitiva. Bruselas: ¿sabrá el ex-President que fue en dicha ciudad donde Carlos V abdicó?. Podría tomar nota.

Sobre el Autor

- Sindicalista, periodista, escritor y activista social. Vive en Aranjuez desde 2001. Es autor de varios libros y ensayos. Como periodista ha desarrollado su labor en Buenos Aires, Madrid, Barcelona, San Sebastián y Aranjuez. Participa activamente en la asociación de inmigrantes Hombro con Hombro.

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