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Publicado: Vie, Sep 29th, 2017

Discépolo, la Biblia y el papel higiénico

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[ Julio Tonín ] Quizás muchos conozcan esta curiosidad pero vale la pena recordarla. En 1934 el gran Enrique Santos Discépolo compuso su famoso tango “Cambalache”. En él describía el mundo del siglo XX con una maestría tan insuperable que aún hoy, pleno siglo XXI, sigue conservando la más absoluta vigencia, y pienso que la seguirá teniendo, porque la sociedad que formamos día a día parece avanzar sólo en tecnología y estancarse en una era medieval en valores, costumbres y proceder. Con “Cambalache” hace referencia a las pequeñas tiendas donde se vendían y se intercambiaban todo tipo de cosas, hasta las más absurdas, mezcladas sin orden alguno. El tango, escrito en el lunfardo usado por aquella época, fue prohibido por la dictadura que trataba de extinguir su uso. En este tango, acusado por los militares de subversivo, hay una frase ininteligible y misteriosa que llama la atención: “….herida por un sable sin remache ves llorar la biblia contra un calefón”. Esta curiosa frase, que muchos buscaron descifrar, tiene su explicación: En aquella época, en los conventillos que los inmigrantes poblaban, los baños estaban dotados con una ducha, un retrete y un pequeño calefón para calentar el agua de la ducha. El papel higiénico no era de uso común por su alto costo, por lo que la gente usaba cualquier tipo de papel y entre ellos era muy buscado el papel finísimo y suave de las biblias que la Sociedad Bíblica, de origen protestante, difundía y regalaba por las calles con el fin de propagar su fe. Estos regalos eran aceptados de buen grado incluso por los católicos, que eran mayoría, para colgarlas en el baño, en un gancho (sable sin remache) con total irreverencia, junto al calefón. Que la biblia “llorase”… es una bonita metáfora para indicar que iba perdiendo hojas a medida que los habitantes de la casa iban usando el retrete. Aquí les dejo este inolvidable tango, no tiene desperdicio ni su ritmo, ni su letra, ni su composición: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos seis y en el dos mil también; que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafáos, contentos y amargaos, valores y dublé. Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos. Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao… Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón. ¡Pero que falta de respeto, qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón! Mezclaos con Stravinsky van don Bosco y la Mignon, don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín. Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón. Siglo veinte, cambalache, problemático y febril, el que no llora no mama y el que no afana es un gil. ¡Dale nomás, dale que va, que allá en el horno nos vamo a encontrar! ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! Es lo mismo el que labura noche y día como un buey que el que vive de los otros, que el que mata o el que cura o está fuera de la ley.”

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