El trío de concejales de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona propondrá al Pleno la retirada de la figura colombina que corona uno de los monumentos más señeros de la capital catalana. A su modo de ver, el almirante genovés representa una intolerable exaltación del imperialismo genocida español sobre los pueblos americanos. No es nada lo del ojo y lo llevaba colgando.
Y es que lo de confundir culos y témporas es rancia tradición en este multiparcelado solar patrio que, todavía, se llama Reino de España.
Ahora le toca a Colón, en su vertiente más colon-ialista parece ser, como hace nada le cupo en suerte a Santiago Matamoros, quien por ahí sigue rampando en su caballo (¿blanco, no?) cercenando cabezas moras al grito de “¡sus y a ellos!” desde la jornada de Clavijo. Por cierto, en tiempos hubo uno de éstos en la capilla de San Antonio pero desconozco si fue reconvertido en un Jacobo peregrino en pro de los nuevos aires. Tengo que mirarlo.
Así pues, abajo el Colón esclavista y descabalguen al Sant Yago exterminador, modelos reunidos en un haz –de Felipe II a Don Pelayo y del Cid a Churruca- que huele también a yugo y NODO, y metámoslos en el mismo saco de la Memoria Histórica, que no es lo mismo. De ahí lo del culo escrito más arriba.
Dejemos al descubridor que apunte en dirección contraria al Atlántico y, sí, expliquemos todo lo que haya que decir sin faltar a la verdad histórica y sin sacar los pies del plato. Contemos bien lo sucedido allí y aquí cuando España ganó la Liga un siglo y medio consecutivo, cuando nos dieron las nuestras y las del bombero para dejarnos hoy en 2ª B y hasta lo acontecido ayer mismo. Es nuestro derecho y nuestro deber. Lo demás es brindar al sol de las Ramblas.
Por cierto, en la amalgama de la CUP seguro que ya hay animalistas estudiando cómo reivindicar al pobre dragón alanceado por San Jorge.