TRASH: trepidante fábula social
Irresistiblemente atractiva, aunque con mejores intenciones que aciertos, Trash muestra las aventuras de tres chavales que sobreviven rebuscando entre la basura junto a las favelas de Río de Janeiro. Allí encuentran una cartera que se convertirá en el inicio de un peligroso juego de pistas y claves que los llevará a enfrentarse a la corrupción al más alto nivel y a los sicarios policiales que los persiguen sin darles tregua.
Aparte de un montaje innecesariamente acelerado y efectista, que crea una barrera emocional contraproducente, el director Stephen Daldry no acierta con el tono. No acaba de decidirse entre la denuncia social, la fábula moral y el cine de acción. Por supuesto, no se trata de opciones incompatibles, pero el equilibrio se hace necesario cuando se camina sobre el alambre del pastiche. Habría sido necesaria una mayor convicción para dotar de un enfoque definido a la puesta en imágenes. Desgraciadamente, tampoco ayuda un guión salpicado de planteamientos y giros poco verosímiles, trampas y caprichos narrativos que, en lugar de añadir tensión, producen cierta sensación de hartazgo.
Lo delicado del tema -el desgarro de saber cierta la dura realidad que sirve de trasfondo a la película- causa reparos para definirla como un entretenimiento de acción protagonizado por niños. Pero finalmente podría resumirse de esa manera, ya que la acción predomina sobre cualquier profundización temática.
Entonces, ¿por qué comenzar calificándola de “irresistiblemente atractiva”? Por varias razones. La primera, una mera valoración subjetiva: la simpatía personal que despiertan en el espectador estos tres chavales y su empeño en “hacer lo correcto” aun poniendo sus vidas en peligro. La segunda: reconocer el valor de la ficción como elemento estimulante al plasmar ideales éticos irrenunciables frente a una sociedad enferma y corrupta. Y la tercera: el impacto de determinadas ideas, secuencias e imágenes que difícilmente podrán olvidarse. Razones que hacen que ver Trash, a pesar de sus defectos, merezca la pena.