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Publicado: Vie, Ago 30th, 2019

Feliz Año Nuevo

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[ Pako Segura ] Ya casi sin darnos cuenta se termina. No entiendo muy bien por qué, pero el verano es la época del año en que la gente se empeña en ser más feliz, o al menos se esfuerza en aparentarlo mejor. Esos paisajes de ensueño adornados con pies desnudos en primer plano, el mantra del “aquí sufriendo” y una canción hortera bajo el calor sofocante de un mes de Agosto cualquiera. Olvidamos que todo tiene su fecha de caducidad, aunque realmente sea de consumo preferente. Es decir, puedes consumirlo todavía pero ya no está de moda. Atardece en Instagram, por enésima vez murió Chanquete, los adolescentes se despiden del amor de una vida. Las playas quedan vacías para descanso de sus moradores habituales mientras echan el cierre los kioscos de flotadores con forma de unicornio. El Dúo Dinámico sigue cantando la canción pero el calor sigue siendo el mismo. Que esto ya no es lo que era, por eso deberíamos ser conscientes, el Dúo Dinámico también, que cualquier año de estos el verano lo mismo nos dura hasta Noviembre. Ahora todo empieza de nuevo porque siempre andamos empezando. Cargando las pilas, cogiendo aire o tomando distancia. Que para eso somos la sociedad del estress y la multitarea. Nuestros padres nunca supieron de eso, utilizaban las vacaciones en el apartamento de Benidorm o en la casa del pueblo para leer el periódico, echarse la siesta y jugar al mus. Por supuesto una cosa cada vez, nada de esta locura del todo al mismo tiempo. Nosotros mientras a lo nuestro, tanto nos da igual un charco, un mar o un océano. La pérdida de dignidad está asegurada, por eso tapamos con filtros de colores las fotos de nuestras pintas en bañador. Qué poco se habla de lo torpes que somos en un arenal. La incomodidad debajo de la sombrilla o el roce de los granos de arena conquistando partes de nuestro cuerpo que no sabíamos que existían. Supervivientes a duras penas. Estoy seguro que en el desembarco de Normandía llevaban menos chismes para una invasión que nosotros para un rato en la playa, cuerpos extraños llenos de gadgets deambulando por la orilla, disimulando sin conseguirlo que casualmente pasábamos por allí. Cómo no, a la vuelta hay que estar a la altura de las competiciones de anécdotas en las charlas de café en la oficina, que tristemente después del sufrimiento recibido siempre terminan centrándose en el elemento canalla del chiringuito y del número de cervezas diarias consumidas. El síndrome postvacacional grabado a fuego en el cerebro y el tono dorado de la piel mudando por momentos bajo la luz mortecina de un fluorescente. Mientras, en la bandeja de entrada del correo electrónico aguarda un tsunami de trabajo atrasado sin tener a mano una mísera tabla de surf con la que poder cabalgarlo. El incipiente mes de Septiembre trae siempre el nuevo año consigo. Un lunes eterno para volver a arrancar algo que no ha parado. Nos inundarán los coleccionables absurdos que no pasan del primer fascículo y el segundo de regalo, los bonos del gimnasio y la vuelta al cole de los niños, gastando lo que no tenemos en comprar unos libros de texto a los que de un año para otro sólo han cambiado el color de la portada. El tañido de la campana de la Puerta del Sol nos devuelve a la realidad sonando igual que para un boxeador noqueado el inicio de un asalto más. Exhaustos sin saber por qué, no nos queda más remedio que ajustarnos el protector bucal, abandonar el refugio del maravilloso rincón donde cogimos aire y escuchar el chocar de guantes que precede a la pelea del siglo. Hasta siempre, verano. Feliz año nuevo, amigos.

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