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Publicado: Vie, Oct 28th, 2016

Tolstoi, Sábato y la violencia de género

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[ Enrique H. Roulet ]

La violencia de género, como casi la mayoría de atrocidades que todavía infectan la condición humana, no es algo nuevo, como tampoco lo es la esclavitud, el miedo a lo desconocido, el engaño, la frustración y el desasosiego, el castigo y el enjuiciamiento barato y continuo, las religiones… (y así me podría tirar la columna entera y un poco más, hasta llegar a los coches Tesla, que esos sí que son algo nuevo).
León Tolstoi (1828-1910) y Ernesto Sabato (1911-2011) trataron el tema en alguna de sus obras, ya vemos que con los dos abarcamos casi dos siglos de vida moderna y por eso me gustaría destacar en qué forma lo expresaron haciendo hincapié en algunas pequeñas analogías entre ‘La sonata a Kreutzer’, de León Tolstoi y ‘El Túnel’,  de Ernesto Sabato.
Pretendo también animarles así a su lectura, pero usted lector no tiene por qué asustarse, ya que sin lugar a dudas será una breve comparativa la mía, un símil perfilado y casi inocente, mientras salvo, por supuesto, sus lógicas y necesarias diferencias para que esto no le suene a usted como el despertador en horas de la madrugada.
Las dos obras tratan el tema de la violencia de género, en este caso machista, tomándolo como escenario para un análisis superior, por eso son recomendables y atractivas de leer ambas novelas. Las dos lo hacen desde una óptica dónde la culpa juega un papel fundamental. Aunque aquí entramos en el terreno de sus diferencias: El Túnel, vanagloriada novela corta de Ernesto Sábato, se desarrolla al estilo policial; bajo la confesión de un hombre que no deja de estar confuso ante la inevitable certeza que tiene de sus actos, aunque eso parezca una contradicción. Más no desvelaré, no se preocupe, pero anticiparé que también es el lector el que se ve arrastrado al barullo mental del protagonista, tomando partido por un lado u otro de su, a veces enfermizo, razonamiento. (Espero no estar cayendo en una confesión, si es que descubro que sólo me ha ocurrido a mí).
En la también novela corta de Tolstoi, vemos a un hombre ya de vuelta de lo acontecido, superado pero infinitamente triste, nada confundido porque lleva consigo muchas “razones” morales y certezas sobre una humanidad torpe que bajo su influjo y mal proceder, condena al Hombre al pecado o incluso al crimen.
Centrándonos en los puntos en común, ambas novelas están escritas en primera persona, ambas son ágiles, de fácil e intensa lectura. Tratan el mismo crimen, los hechos que conducen a él, aunque se hace infinitamente más tortuoso en ‘La Sonata a Kreutzer’.
También es verdad que un exceso de imaginación puede hermanar estas dos historias; hay una evidente diferencia en el estilo de sus autores y no me refiero sólo al naturalismo de Tolstoi o al estilo sicológico de Sabato, sino algo intrínseco en cada uno de ellos, que pertenece a cada escritor. Tolstoi hace de su personaje un hombre que, a pesar de todo, tiene un discurso aleccionador, es pausado una vez que se disipa la furia de su tormento y que parece haber aceptado la culpa, escudándose en ser víctima de un mundo rengo e irregular, deficiente. En cambio, el personaje de Sabato es un hombre desesperado, posiblemente triste y melancólico. De la misma manera puede uno imaginar al propio Sabato, no en lo desesperado pero sí en lo que a tristeza se refiere. Una de las grandes virtudes que tiene internet, es que uno puede ver la entrevista de Joaquín Javier Solano, dónde podrá encontrar allí a un escritor de mirada triste, lastimosa, que parece haber aceptado también el hecho de ser víctima de un mundo cojo que él no ha logrado cambiar, como el personaje de ‘La sonata a Kreutzer’.
‘La Sonata a Kreutzer’ busca rescatar aquellos valores que sucumben ante las pasiones. Es una crítica al desconocimiento que sufre la Humanidad sobre sí misma. Y Tolstoi no se equivoca en eso, seguramente llevamos mucho más de dos siglos con esto a nuestras espaldas, incluso con la misma educación, me atrevería a decir. ‘El Túnel’ es la desesperada ambición de un hombre que aspira a ser completo o a conseguir algo de clarividencia en su desconcertante y escéptico mundo. Ambas logran su cometido desde el espanto que nos produce, ya de entrada, los crímenes a narrar.
Los celos, ese arrebatado sentir, fuerte y poderoso como una violenta avalancha, está presente en las dos obras, como presente está en cada uno de nosotros cuando inseguros nos enfrentamos a lo indómito, a lo que amamos o a lo que simplemente… queremos poseer.
“Hay sobre la tierra millones de personas que sufren: ¿por qué estáis al cuidado de mí solo? “ Éstas son las últimas palabras de Tolstoi antes de morir. ¿Dicen mucho de él, verdad?

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