Amnistía Internacional, desde su nacimiento, ha sido una organización que con su política independiente, objetiva, documentando de manera responsable sus denuncias, ha provocado críticas, enfados. Cuando la Guerra Fría, según fuera sus denuncias en defensa de los derechos humanos, unos decían que estaba al servicio de la CIA, y otros del KGB. Sus estatutos prohiben que reciba subvenciones de gobiernos ni de ninguna otra organización que pudiera influir en sus decisiones. Depende de muchos miles de afiliados de todo el mundo. Cuando la dictadura franquista denunció al régimen, adoptando a muchos presos de conciencia, y apenas se estableció la democracia, abrió un local, en Madrid, en la calle Columena, local sufrió una serie de atentados. Silvia Escobar, fundadora y presidenta en España logró que Suárez destacara en las oficinas dos policías nacionales.
Amnistía Internacional, poco a poco, logró que se le respetara y es colaboradora actualmente de la Naciones Unidas y de otras instituciones. A medida que se consolidaba amplió su mandato, y cuando decidió que lesbianas, gay, transexuales y bisexuales eran víctimas de persecución, violando sus derechos fundamentales, irritó a algunos sectores, a algunos gobiernos. Y ahora se animó con otro tabú: la prostitución. Feministas significativas, luchadoras, algunas actrices norteamericanas muy conocidas, opinan que el borrador interno de la organización sobre el tema estaría promocionando la prostitución. Este borrador es fruto de un intenso trabajo de dos años realizado en diferentes países y será debatido. Su director general, Salil Shetty, respondiendo a las críticas ha manifestado que “los trabajadores sexuales son uno de los grupos más marginados del mundo, quienes en la mayoría de los casos afrontan un riesgo constante de discriminación, violencia y abuso”. Condena a las mafias pero trata de facilitar que las mujeres que se prostituyen, por el motivo que sea, puedan ser protegidas por las autoridades, que tengan acceso a la sanidad pública, que puedan tener acceso a una jubilación y por supuesto, defenderlas de las mafias. Prohibir la prostitución es un tema que se viene tratando internacionalmente desde 1904 sin ningún éxito. Si se pretende que la prostitución disminuya, la femenina y la masculina, hay que facilitar que éste tan antiguo fenómeno, hay documentación desde que existen registros históricos, será la educación, la inclusión social, reflexionar sobre prejuicios tan cristalizados.
Fiel a su política, pone el dedo en la llaga, obliga al debate. Lo que es evidente que las actuales políticas sobre la prostitución no han resuelto el problema. La llamada «tolerancia», la persecución policial y judicial, que en la calle estén más vestidas por aquello de los niños, trasladar a estas personas de una zona a otra.
La experiencia de Suecia, multar a los clientes, lo que ha conseguido es que ahora la prostitución sea más clandestina. Nadie cambia de hábitos en temas sexuales, de un día para el otro; sigue el autoengaño.